Un tesoro natural lleno de muerte
por Paula García
La Lobería es una reserva en la costa, cerca de Viedma, que alberga a la población de lobos marinos más grande de Sudamérica. Más de 800 de ellos murieron en los últimos meses por gripe aviar: una epidemia que se expande cuando rompemos el equilibrio con la naturaleza.
Fotos: SENASA / arg.org.ar
En el comienzo del acantilado, sobre la playa, hay un lobo muerto. Y un poco más allá, otro. Y otro más. Son ocho cadáveres de lobos y un pingüino. En esta zona la marea no llega hasta arriba, no se lleva los cuerpos.
-¿Esto es siempre así? -pregunta alguien que por primera vez visita esta playa.
-Verlos sí, pero muertos: no -respondo.
A 60 kilómetros de Viedma se encuentra La Lobería, un balneario de pocas casas que forma parte de la Reserva Punta Bermeja. Designada como reserva científica y natural desde 1971, este lugar alberga a la población de lobos marinos de un pelo más grande de Sudamérica. Abarca un área continental de 62 km² y una zona marina de 15 km², que incluye playas, montes y médanos. Cuenta con un centro de interpretación, museo.
Desde los altos acantilados se ha instalado un circuito panorámico, para apreciar la colonia de más de entre 4000 y 5000 lobos. En algunos momentos del año se pueden ver pingüinos y orcas, o el paso de las ballenas francas australes en su viaje de migración.
La Lobería es un tesoro natural. Siguiendo hacia el sur, a lo largo de la costa, siempre fue común encontrar lobos durmiendo en la playa o incluso verlos nadando cerca. Nuestra relación con la playa y sus animales es cotidiana. Para los viedmenses está claro que no hay que acercarse a los animales, y que las reposeras y sombrillas deben ubicarse a una distancia “prudente”; no molestar. Y si resulta que algún lobo sale del agua y se echa a dormir casi a nuestros pies -cosa que puede ser muy común-, hay que correrse, aunque una haya llegado primero.
En los últimos años, los lobos se han acercado cada vez más al balneario, ganando terreno en las costas, vedando ya definitivamente el paso de las personas a ciertas partes de la playa. Pero desde fines de agosto, el paso de La Lobería se encuentra cerrado por otro motivo: una medida de prevención ante la presencia de Gripe Aviar.
Esta epidemia está asociada al virus de influenza tipo A, más específicamente al subtipo A(H5N1). Se transmite de manera oral, respiratoria y mediante secreciones (saliva o mucosidad) y excreciones, como la orina o la materia fecal (que se mantiene en la superficie por un tiempo). Se trata de una epidemia global a la que se denomina “panzoonosis” por la diversidad de especies a las que está afectando.
Entre 2022 y principalmente durante 2023, llegó con fuerza a nuestro continente. Los brotes en Argentina empezaron a detectarse en febrero de este año en aves silvestres y luego siguieron en aves de corral. Por esto, el país perdió la categoría “libre de gripe aviar" y luego la recuperó en agosto cuando se controlaron los brotes en aves de corral.
Pero ese mismo mes comenzaron a verse casos en lobos marinos de un pelo. La Influenza aviar es una enfermedad muy contagiosa. En los últimos seis años, los virus de influenza tipo A altamente patógena se han presentado con mucha más frecuencia que en los años anteriores y se han extendido a más de 60 nuevos países.
En la costa atlántica argentina reside una población de más 200.000 lobos marinos de un pelo y la gripe Aviar H5N1 a afectado mamíferos marinos en Chubut, Tierra del Fuego, Río Negro y algunas localidades de la Provincia de Buenos Aires.
La Secretaría de Ambiente y Cambio Climático de Río Negro lleva varias semanas de monitoreo en su costa y ha conformado un comité de crisis para tomar medidas de prevención, monitoreo y bioseguridad, que implica también el protocolo de eliminación de los animales infectados muertos.
Según el último informe del comité emitido el 25 de octubre, se presentan un total de 1291 ejemplares de Lobos Marinos de uno y de dos pelos (Otaria flavescens y Arctocephalus australis) hallados muertos en las costas de la provincia. 801 corresponden a la colonia situada en Punta Bermeja, un 63% del total de los individuos. En las últimas semanas se ha registrado una tendencia decreciente en la mortandad de ejemplares. Lo que queda es la gran evidencia de la muerte sobre las playas y se trabaja en un procedimiento piloto para la gestión de los cadáveres.
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En un principio, el acceso a las playas rionegrinas estuvo restringido durante 14 días para mitigar la expansión del virus. Hoy la restricción está levantada para el resto de las playas, menos para el territorio que comprende la Reserva Punta Bermeja.
Marina Winter y Sergio Abate son docentes e investigadores de la Universidad Nacional de Rio Negro. Marina es bióloga y doctorada en Conicet, y da clases en la carrera de Ciencias del Ambiente y Agronomía, al igual que Sergio, que es veterinario y microbiólogo especialista en salud animal. Ambos trabajan en enfermedades infecciosas y parasitarias en animales silvestres, en particular las que son zoonóticas, que pueden afectar a la salud humana. Además, conforman el comité de crisis creado por la Secretaría de Ambiente, junto con autoridades, personal del Ministerio de Salud, SENASA, los municipios afectados, Policía de Río Negro y Prefectura Naval Argentina.
-Nuestro enfoque es sanitario, como investigadores y para resolver consultas específicas sobre la bioseguridad -dice Marina Winter.
Para ella hay una oportunidad en esta problemática para generar más conciencia acerca de la relación que tenemos con la reserva y los animales silvestres. Incluso realiza tareas de concientización en la escuela de El Cóndor para enseñarles a los chicos a cuidar la naturaleza, está convencida de que ellos son multiplicadores de lo que aprenden. Por eso también afirma que:
-La práctica de no acercarse a los animales debería ser todo el año, no existe ningún Parque Nacional o Reserva Natural en el mundo que permita el ingreso de animales domésticos a áreas protegidas.
Sergio Abate dice que muchas veces se deciden restricciones y no hay un fundamento atrás que acompañe o no se informa y eso genera resistencias.
-A diferencia de otras enfermedades, cuando la gripe A impacta en animales de producción como cerdos o aves, al país se le cierran las vías de exportación, si sucede en un criadero se tienen que matar todos los pollos. Esto genera un impacto social económico fuerte -dice.
El virus presente en los lobos marinos corresponde a un subtipo de gripe aviar que fue identificado por primera vez en 1996, en aves de China. Según SENASA, los virus de influenza tipo A altamente patógena se han aislado ocasionalmente en aves en libertad en Europa y otras regiones. Lo que sucedió en los últimos años es el pase a las aves silvestres, que son las que distribuyen sin control el virus que, como explican los expertos, sufre mutaciones. Esto hace que este virus esté siendo vigilado por expertos de la salud animal y humana. Cuando afecta a establecimientos productivos, existen protocolos para controlar los focos. Pero si pasa a aves silvestres que hacen vuelos continentales, es difícil la contención. Las barreras políticas y geográficas no existen.
-Lo que sí se puede hacer es la prevención por las vías de ruta de expansión que son siempre las mismas. Gestión de la anticipación para controlar el impacto -dice la bióloga.
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En el año 2008, desde la comunidad científica nace un nuevo concepto: «un mundo, una salud» One World, One Health, (cuyo acrónimo es OWOH) que plantea un nuevo paradigma que subraya la toma de conciencia colectiva del vínculo existente entre las enfermedades animales, el ambiente y la salud pública.
Este paradigma promueve la cooperación interdisciplinaria, para trabajar de forma local, nacional y global y así anticipar la llegada de epidemias y evitarlas.
Se estima que casi el 60% de las enfermedades infecciosas humanas son de origen animal y el 20% de la pérdida de producción en la ganadería también se debe a enfermedades infecciosas.
Los riesgos a la salud pública se acentúan con el cambio climático y determinados comportamientos humanos. Sergio Abate afirma que con el cambio climático y global hay desmonte, pérdidas de humedales, pérdidas de refugio de ecosistemas, las aves cambian su ruta migratoria, y confluyen con otros animales o otros lugares y eso lo hace más impredecible, más inmanejable.
El registro de contagio del Virus de Influenza H5N1 en humanos es muy bajo, la mayoría de los casos de infección humana por los virus A(H5N1) se han relacionado con el contacto directo o indirecto con aves de corral en la producción. Pero los especialistas afirman que si se reducen los ambientes silvestres, aumentan las chances de que los animales silvestres entren en contacto con el ambiente doméstico y los humanos.
Delfina Arancio es ambientalista, becaria del Conicet, forma parte del Centro de Estudios Ambientales desde la NorPatagonia (CEANPa), y coincide enque esta epidemia es producto de un ambiente enfermo y desequilibrado, y que los lobos marinos cumplen una función importante en el ecosistema de la reserva en términos generales, y por ende cualquier modificación en ellos afecta la salud de todo el sistema, incluyendo a los seres humanos.
-La discusión de cómo posicionamos al ser humano dentro del ambiente es una discusión muy ética, muy filosófica y muy contradictoria también, revertir esa relación requiere cambios en el consumo, en la producción, cambios sociales muy profundos que no son ni fáciles ni rápidos -dice Delfina.
Más de 20 años y una pandemia después, el paradigma de One Health pareciera ser limitado, o por lo menos no se condice con el sistema de producción mundial capitalista.
El impacto ambiental de este virus en la reserva todavía no está claro. Tampoco hay mediciones de lo que sucede con otras especies, ni de los abortos que se han visto en muchas lobas hembras y que podria afectar el ciclo de regeneración de la colonia. La capacidad de respuesta parece estar ligada a los recursos e instala una sospecha, por lo menos, de que no hay una línea de prevención en la gestión pública de este tipo de problemáticas en Argentina.
Arancio cree que las consecuencias ya son importantes y pone el foco en la importancia de conservar la biodiversidad en los ecosistemas:
-Muchas veces cuando hablamos de ingeniería ambiental se confunde a muchos individuos de una especie con tener mucha biodiversidad. La población que se pueda llegar a regenerar post virus no va a ser la misma porque la diversidad genética igual va a ser menor.
En ese sentido Delfina cree que hay cosas que, en términos ambientales, realmente son irremediables.
Tanto Sergio Abate como Marina Winter celebran instancias de intercambio entre diversos sectores en un marco interdisciplinario, tanto investigadores de las ciencias ambientales, autoridades gubernamentales, como de vecinos y vecinas.
Para Delfina Arancio esta situación pone en relieve una fuerte desconexión que tiene el ser humano con la naturaleza, una perspectiva ética de posición que normalizamos y que la post pandemia recrudeció, pero sí afirma que el mar, el río, el agua y el ambiente es un vínculo muy naturalizado para los viedmenses, que realmente hay una cuestión de arraigo cultural, que nos forma como personas y esboza ahí una idea de transformación.
Ahora, en la playa El Cóndor, asoman algunos pocos visitantes previos a la llegada del verano, solo se escuchan los loros, música constante para quienes habitan esta zona. A los turistas suele inquietarlos.
-Para nosotros suena a hogar- dice alguien.
Un hogar que ponemos en peligro, porque el sonido de lo vivo se mezcla con la imagen de un tendal de lobos muertos.