Un excelente alumno del FMI
Los países que han intentado la ortodoxia económica del Fondo Monetario Internacional se desangran en el camino.
En cuanto a qué se puede esperar de los resultados de la política de deuda que podrá implementar Javier Milei, como en mucho otros campos, aún es una incógnita. Es que prometió “sobrecumplir” las metas del FMI, y ya está visto con el gobierno de Alberto Fernández que ya con solo hecho de “cumplirlas”, el país no crece, no reduce la pobreza ni la desigualdad, ni fortalece la transición energética.
Sabemos que una mayor austeridad lleva al empeoramiento de los indicadores socio-económicos, con lo que aumenta la resistencia política y social, llevando a un debilitamiento del gobierno y al enfriamiento de la economía. El camino de ortodoxia económica del FMI ya lo han intentado Argentina y otros muchos países, y se desangran en el camino. Como Grecia.
Con una deuda tan insustentable como la de Argentina, tan desproporcionada con sus exportaciones, sus necesidades fiscales para financiar servicios básicos, y la inversión necesaria en adaptación y mitigación frente al cambio climático, es difícil pensar que el sector privado preste dinero a tasas que no sean salvajemente usurarias y sin tener así el default a la vuelta de la esquina.
Ni remotamente Javier Milei plantearía al FMI la necesidad de que conceda una reducción de la deuda, siquiera una reducción de los llamados “sobrecargos”. Milei viene a ser un excelente alumno del FMI, ya lo anunció. Tampoco Milei plantearía, por su visión sacrosanta del derecho de propiedad, que los acreedores privados deben renunciar a parte de sus acreencias para ayudar a la recuperación del país. Del mismo modo, por razones ideológicas y geopolíticas, tampoco profundizará esquemas de asistencia financiera por fuera de las instituciones de Bretton Woods, como podrían ser el banco de los BRICS o los swaps con China.
Así, solo quedará calibrar el mayor ajuste de las cuentas fiscales con la resistencia política y social que ello va a acarrear. Otra vez comprobaremos que la economía se trata, ante todo, de política.