Tierra prometida - Jorge Curinao
Poeta nacido en Río Gallegos, Santa Cruz. Publicó Sabanas de viento, Plegarias del humo, Cactus, Gorriones en la noche, entre otros libros. Esos títulos ya nos dan indicios de que en su enunciación trenza el hecho, la emoción, con la fuerza natural en la que esa voz se sumerge.
Para Vicente Huidobro el artista no debía limitarse a imitar la naturaleza, sino que tenía que mantener con ella una especie de competencia en la que podía mostrar el vitalismo de su propia obra. Así decía por ejemplo: Acaricio mi sombrero lleno de luz especial;/paso la mano sobre el lomo del viento;/los vientos, que pasan como las semanas;/los vientos y las luces con gestos de fruta y sed de sangre;/las luces, que pasan como los meses;/cuando la noche se apoya sobre las casas,/y el perfume de los claveles gira en torno de su eje./Tomo asiento, como el canto de los pájaros;/es la fatiga lejana y la neblina;/caigo como el viento sobre la luz. Esta propuesta del poeta necesitaba de imágenes particulares, originales, y de un lenguaje poético nuevo, capaz de romper con los niveles de la lengua y tener sintaxis propia.
Hoy: Jorge Curinao
Curinao, poeta que, como Huidobro, en su enunciación trenza el hecho, la emoción, con la fuerza natural en la que esa voz se sumerge, y que en golpe inmenso del paisaje, del afuera entrando por los poros, pone en manifiesto en su poesía, la expresión de lo vivido y la incomprensión de la existencia. Incomprensión que sigue lentamente a su destrucción como finalidad última e inalcanzable, en la lectura de los códigos del clima, de las piedras, de los animales, del mar. Una búsqueda de sentido en lo implacablemente constante y en la inconstancia, de la siempre insoslayable fuerza que nos excede, y a la vez es el único rastro a seguir.
Este poeta patagónico sensible, contemplativo, del golpe certero en la metáfora inesperada, enuncia como en una expiración, después de un arduo rumear interno versos como: “Dios es una palabra y el argumento termina aquí, donde el viento tajea” o en otro poema: “La muerte de un padre se parece al viento de la noche: canta frente a una puerta que insiste en permanecer cerrada. Su recuerdo tiene el movimiento de los heridos por error”
Aquí una muestra de su poesía.
De “Cactus”
PAISAJE
A veces
a mí también me quisieron.
Era verano
y un pájaro golpeaba desde afuera.
LA CARTA
Puesto que el alma no existe
y el cielo ha vencido todas las formas
te enseñaré
que en la sed de ayer
en el hambre de siempre
el amor es posible
el amor
mi amor
pequeño ritual al borde de la noche
las visiones
lo que escribo para no estar muerto
para sentirme vivo.
De “Otros animales”
II
Si pudiera enlazarme con mi huida. Escuchar mi angustia, mentirme un poco. Me pregunto y quisiera saber de qué se trata eso de proyectarse hacia el vacío; por qué la palabra no me aborta. Y dónde se forma el silencio, dónde la región de la sed. Y por qué tener que morir llorando. Es necesario abandonar la noción de verdad. Reconciliarse con el mundo. No perderse de vista. Es necesario soñar con el mar.
VIII
Cuando nos despedimos, palabras con pájaros llovieron contra el cielo. No había terminado de cantar aún el último gorrión y, en nuestras manos, alguien lloraba. Lo sé porque aquel verano duró una eternidad.
IX
Mi padre era un trabajador. Una mañana, en la primavera de 1987, se fue como todos los días. Pocos días después desapareció. Nadie supo bien qué pasó. Tal vez el mar. El cuerpo de mi padre muerto estuvo allí, en el mar, tirado por varios días, varias semanas. Nadie supo bien qué pasó. Como suele suceder. Desde entonces odio las muertes, las esperas y, sobre todo, los ojos que no quieren mirar.
XIII
Se aprende, en el pueblito, a caminar despacio. Se aprende a hablar con las estrellas, con los muertos. Escucha, cierra los ojos. Es la piedra que puse entre tus manos.
XX
La muerte de un padre se parece al viento de la noche: canta frente a una puerta que insiste en permanecer cerrada. Su recuerdo tiene el movimiento de los heridos por error. La muerte de un hermano, en cambio, es más luminosa. Se parece a un pájaro que nadie ve, pero al que todos regresan, allí, donde los niños inventan finales como flores.
XXVIII
En cada rezo, mis manos no tienen dueño. No hay, fuera de ellas, una conspiración. Nos llevará varios siglos de distracciones pero, al final, pondremos la atención en las sombras. Dios es una palabra y el argumento termina aquí, donde el viento tajea.
De “Plegarias del humo”
TIEMPO
Hablo del fracaso
del poema
de la resurrección de las palabras.
Hablo del silencio
de las cosas que no existen
de un corazón enjaulado en un jardín.
Hablo de la música
espacio privilegiado del ausente.
Hablo de mí.
ABANDONO
Un perro
cruza el puente
a las tres de la mañana.
El último gesto de la noche pide huesos.
SUR
Para hablar
del viento
habrá
que convencer
a los álamos
de su existencia.
NADA
Todo y nada es Historia:
el sol partido,
la triste crónica del pájaro atropellado,
el mozo sin idioma,
las piedras de mi sueño,
el oleaje del vaso,
las nubes sobre los muros,
las sombras que pueblan los días,
el zumbido del cansancio,
el mudo enojado con el mundo,
el azar del sepulturero,
el testimonio desamparado de las madres sin techo,
el florista de las mañanas,
el recolector de vestigios,
los mensajes para nadie.
Sin embargo,
en la piel de las estatuas todo es mentira:
gloria perversa que corre sobre los calendarios ciegos del tiempo.
NAUFRAGIO
De tanto estar solo
setenta veces dije tu nombre.
Ya no estoy solo
setenta preguntas me acompañan.
BAHÍA
Bajo los pliegues
de una hoja
en blanco
corre
un río
transparente
que lleva tu nombre.
SEÑALES
Las primeras lluvias han vuelto
traen noticias
del ciego que busca un vaso
en el fondo de la música
del ciego
más solo en su sombra
en su sed
y en su propia duda.
BALADA DEL BUEY SOLO
Me recuerdo saliendo por los desiertos
y encontrando rostros que no eran míos
rostros que no fui
¿cómo no pude acostumbrarme a los rostros?
¿cómo no pude acostumbrarme al paisaje?
debí ser fuerte como un sueño de metal
para que no se duerma la espera
para decir una frase verdadera
para decirme un canto como un animal
quiero decir:
la casa ya no es grande
los niños no están
necesariamente no están
en este instante
es más terrible la belleza del mundo
así
sin fantasmas que alimentar
sin sueños cayendo en el desierto
sin ventanas
rostros de mí.
PACTOS
La ciudad está vacía.
Esta angustia me obliga a escribir
me toca el alma
yo nunca hice daño
no maté a nadie
no aprendí a gritar la rabia de lo que nace
y aún soy un hombre
una criatura infeliz que sueña violentamente la esperanza.
SANACIÓN
No estamos solos en la soledad
otros dirán sus cuentos
infinitamente
comerán el pan de los cielos
abrirán el camino de los ciegos
cuando todo eso suceda
ellos
los que siempre me hacen falta
vencerán las dudas
que es como vencer al tiempo.
De “Gorriones en la noche”
De mi corazón huyen pájaros que estrellan contra su ventana.
**
Quien mira al cielo sabe que los límites son de agua
**
De tanto mirarla, esa flor se ha vuelto mi sombra
**
El rezo ante las tumbas, dialecto de hojas secas sobreviviendo a la tarde
Jorge Curinao nació en Río Gallegos, Santa Cruz, en 1979. En el año 2006, su libro Sábanas de viento fue elegido para ser publicado en la selección Mi Primer Libro, organizada por la Municipalidad de Río Gallegos.
Posteriormente publicó Plegarias del humo (2009), Cactus (2010), Nadando (2012), Otros animales (2014), Gorriones de la noche (2020) y Los álamos cantan en el viento, antología (2021).
Algunos de sus poemas fueron incluidos en la Antología Federal de Poesía de Patagonia, publicada por el Consejo Federal de Inversiones en 2014 y en la Antología de poesía del sur argentino, publicada por editorial Inolas (Potsman, Alemania) en 2019.
En 2007 y 2015 representó a la provincia de Santa Cruz en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Actualmente colabora en la revista La Rama.