Tierra prometida - Sebastián Di Silvestro

Y un día charlando mate en mano el gran poeta Leónidas Escudero, sanjuanino, pretensioso de pura vida y buscador de oro, dijo mientras miraba su fecunda planta de pomelos de atrás de su casa:
Y un día, después, ya llegando a sexto grado, vi un pájaro muerto en el suelo y dije, aquí voy a escribir yo, y escribí un poema: el pajarito que está aquí, qué sé yo. Pajarito muerto, que me llamó al corazón.
Ser un explorador ¿qué más quería yo?, mirá ahí de chiquito como voy arriba de un burrito, ¿has visto? un burro para que yo anduviera cuidando de las cosas, y ahí me enamoré del campo y de las piedras.
¿Buscar oro y tesoros, jugar y escribir, tienen algo en común? Es una situación parecida de dar con lo que uno busca, como dar con la palabra única, la que dice lo que quiero decir, que siempre falta, porque el idioma no nos da palabras para decir lo que sentimos del todo, pero es un acercamiento, son acercamientos. Listo.
Sebastián Di Silvestro
Creo que como Don Leónidas, Sebastián es un explorador de la vida, de la gente, del poema. Busca decir lo que quiere, ve algo y dice aquí voy a escribir yo. No se pierde por equívoco ni en temas ni en literatura. Se pierde con la conciencia de encontrar. Por eso su poema fluye, canta, porque sabe lo que hace. Busca como dar con la palabra única sabiendo que siempre falta. Busca con convicción, con humildad ante las voces de todos los poetas que lo nutren, que le hacen ver el mundo con la sabiduría justa hasta el hoy que mañana será otro. En esa búsqueda amplía por momentos el lenguaje hasta límites no pensados, trae seres lejanos, ausentes, incluye voces de la tierra que llegan al poema con la belleza de la elección aguda de su enorme sensibilidad. Sabe que ser poeta es una condición irrenunciable, ¿buscar oro?, sabe que es sólo un acercamiento. Listo. Me siento honrada de acercar estos poemas y de recomendar a este autor tan cercano como rotundo.
De “El temblor conocido” (2002)
Función del ojo
en el umbral del labio de la luz
en la claridad breve del instante
sueña el ojo su extraña ceremonia
hacia adentro imagina
que está en el tiempo velando lo posible
El mandado
debés en cuando las palabras sobran pero siguen hablando
después mueren quemadas como moscas por esa luz violeta de las carnicerías
Otoño
la luna mengua
en esta claridad
del sol entre las hojas
que como yo transcurren
en el temblor
y caen a la tierra
Oigan a los farsantes de la lírica
para mirar el hambre
lo único que nos queda
son los ojos de vaca de la madre
desorbitada vaca del amor
rumiando con los ojos
el pensamiento verde que se va
De “La raíz celeste” (2014)
Y por cuál otra cosa
Y por cuál otra cosa Calfunao
nos hubiéramos visto de madrugada
sino para que usted me diera su newen
me explicara Uno viene a cumplir
un mandado que desconoce
y hasta que lo descubre no se haya
y cuando lo descubre a cumplirlo
porque si no lo cumple no hay caso
no se haya uno y anda boleado
y berreando como borrego guacho.
Las piedras y el volar de las moscas
Atravesábamos la huella que une
Clemente Onelli con Anecón Grande.
Don Rojas al volante comía paisaje,
Domingo mudo miraba las piedras.
Llegamos al rancho de Sargento Prafil
y se pusieron a conversar en lengua.
Con Rojas anduvimos el campo
y antes o después tomamos mate,
entonces don Prafil contó un invierno
con nieve metro arriba de la cumbrera
hasta que la primavera dejó colgajos
de hacienda muerta en los alambrados.
Volvimos a Bariloche y días después
por las piedras pregunté a Domingo.
La montaña del tiempo pasó, Rojitas
refregó cacerolas y arregló la chata,
yo di café a estudiantes de partículas
y a profesores que tuteaban en sueco,
Collueque lustró bronces, llevó papeles,
sembró a la sombra de mí, sutil semilla
y un día presente me reveló de usted
palabras que comprendo recién ahora.
A perpetuidad
Bañadas por la luna crecida de octubre
las flores del manzano anuncian la mudanza.
Rendidos al llamado de la tierra danzan los pétalos
mientras su néctar embriaga la luz que cae de madura.
Todo en el aire es tránsito palpitación entrega plenitud.
Todo azuza y ventea las flores de la tristeza
para que soltando el dolor se entreguen
a la zozobra del alma que se nutre
de su raíz celeste.
Entonces comprendí lo de la forma
De los juegos a ciegas
preferías las simetrías
tenías una montaña
de papeles glasé
que eran un tesoro
brillante y codiciado
cuando te disponías
recortabas extendías
y con ojos perdidos
buscabas el destello
lo hacías inmutable
centrada presente
lejos de tu cuerpito
y de sus emociones
donde vibra al unísono
nuestra cuerda invisible.
El país de las naranjas
Y rodaremos Wayra
por los caminos de la mamá grande.
Y haremos noche Wayra
en el lustroso país de las naranjas.
Y en sus veredas Wayra
y en el vaivén de sus azahares
escucharemos la voz de tu mamá
nombrándote.
El agua
Burbujea
Wayra
cuando hierve
se eleva
audaz en el aire
y cuando desentraña
su calor cae del cielo
siempre
vuelve.
El conejo
¿Qué quisieras pedir?
me preguntó el conejo.
Y yo le dije Un barco sin timón
para que Wayra navegue a su viento
por la llanura azul y milenaria
de la palabra libertad.
Sea, dijo el conejo,
y acto seguido se rascó la oreja.
De “Poesía / Río Negro – Las nuevas generaciones” (2015)
El corazón de la manzana
abrí la casa del gusano a dentelladas / sin encontrar un rastro
sentí el acento dulce de los restos / vi oscurecerse las formas del mordisco
llegué al hueso y continué comiendo / hasta tragarme las semillas
Sobre la lengua quieta
sobre la lengua quieta pasan los años
a través de las horas que iluminan
los frutos musicales de la contradicción
tu ausencia navegable
acecha mundos vegetales
INEDITOS
De Invasión
A Lauri
Amor repentino
Imprevisto, anhelado, regresa,
invade la sustancia, la precariedad.
Volátil, explosivo, sucede,
intensifica el vértigo, la zozobra.
Eriza la ilusión, expande la piel,
atraviesa los límites, los cuerpos.
Es fulminante, repentino, urgente.
Tiene peso su remanso auspicioso.
Amor rococó
Entregado al efecto de estar fuera de foco
corrido de la imagen seguro de la nitidez
con que te veo bellísima cuando te veo
en tus ojitos trémulos de luz donde fulge
inquietamente el fuego que nos nombra.
Vaya uno a saber
1
Nos sentís antes
que en la tierra lata
tu corazón humano,
semilla posibilidad
alma midiéndose
con el arraigo.
2
¿Ya sabés algo?
¿Tenés memoria de qué índole?
¿Sos como Lorenzo su abuelo
que volvió enseguida?
¿Estás jugando
a la escondida como Olivia
que metió la pata entre dos nubes y cayó
en tobogán a la panza de Ceci
donde entró por el sacro?
¿La ves a Lauri,
me ves a mí,
los ves
a Zenón y Haroldo?
3
Imaginemos la intención
desenjaulemos los pajaritos
espontáneos volátiles al aire
el desconcierto de sus trinos.
Algunas escenas del güey popular
“grita un chorro de vino, que anda por bajo debajo de los
subterráneos, gritando, grita, como un animal muerto, grita
mostrándole a la inmortalidad su verga de toro.”
Pablo De Rokha
En el país de las vaquitas corajudas
de los pesos pesados y el pasar a valores
están meta carnearlo al popular
Lo degüellan lo desangran lo cuerean
pero el alma del güey no se inmuta
ramoneó de tierno follajes de ñaupa
y muerto aquí lo corretean de güelta
(pialadores mandados le echan el lazo)
porquegüelve y degüelve como nuco
que regurgita de la muerte a la vida
una y otra vez su mansedumbre.
No lo están oreando donde Dionisio
el aparejo no está bajo los álamos
no es Ñirihuau arriba ni cae la tarde
Los muy conchisupico (los come mierda)
alzaron al manso de los garrones
y ahí cuelga sin resuello el despanzado
Cabeza abajo los ojos abiertos
al golpe del mazo contra su frontal
mientras los achurajes sin distingo
del corazón charqueado a la tripa gorda
empiezan a chirriar en la parrilla.
Este que quieren comprar al barrer
desgraciar al tiro y vender al corte
este que quieren comerse crudo
(antes que venga y se lo coma otro)
nunca jue capón es animal entero
Astuto terco nacido infatigable
sabe esconder su criadilla a tiempo
En la hervidera de las castraciones
tensa la vinsa levanta los güevos
en sus atributos preserva el pelaje
se arrima a los suyos y pasa por lerdo.
Ni izar ni arriar ni usar uniforme
animal vacuno que vale lo que pesa
a ojo mil kilos vivitos y culeando
de uno y otro lado de la cordillera
Para él es el mismo peso del yugo
en Pucatrihue que en La Lipela
en Selva Lacondona en Lapataia
en Cuzco o en Aguada de Guerra
En el puelmapu o en el gulumapu
cau cabulero meador de veredas
el güey popular no tiene bandera.
Guampas tienen y ahí ciñen el yugo
es mentira que güey solo bien se lame
Sujetos unos a otros por el terror
(al clavo que les hincaron al hacerlos)
aguijoneados por la misma picana
compañeros de sus compañeros
son uno en la costumbre de yugar
presos de un mismo paso lerdo
condenados que esperan jubilarse
dándole a la sin güeso hasta secarla
mentando hazañas de güeyes perdidos
(para vinagreta hay que hervirla harto)
Cuando ternero hincado a la ubre
ávido la enroscaba como resorte
Larga y picante lengua del entero
viva o muerta saborea memoria
Pesadilla muda de los castradores
Dueña de la baba de esos angurrientos
Morándose al sereno parece tiesa
sin embargo lambe la coyunda y rumia
orgánica y leal a un solo sueño.
Sebastián Di Silvestro nació en Turdera –provincia de Buenos Aires– en 1972. Desde 1990 vive en San Carlos de Bariloche. Integró el grupo de poetas La luna con gatillo y formó parte del Circo Salapia. En 1995 publicó “Lejos de todo mar” –cuaderno de poemas ilustrados por Martín Chirulo– y textos suyos fueron incluidos en “Marcas en el Tránsito – antología de poetas jóvenes de Bariloche”con selección y prólogo de Graciela Cros (Último Reino / Buenos Aires, 1995). En 2002 publicó el libro de poemas “El temblor conocido”. A fines de 2009 fundó –junto a Irene Peralta– Ediciones Patagonia Escrita y desde entonces trabaja como editor. En el año 2013 publicó “La cacería del ángel” –novela de no ficciónbasada en testimonios de abusos sexuales– y a principios del 2014 “La raíz celeste”, libro de poesía que reúne textos escritos entre 1995 y 2013. Una selección de sus poemas –comentados por Macky Corbalán– forman parte de “Poesía / Río Negro. Las nuevas generaciones”, antología compilada por Raúl Artola y coeditada por la UNRN y el Fondo Editorial Rionegrino en 2015.