Nuestra libertad es ley
por Daniela Heim
Milei, Villarruel, Bengas Lynch, Lemoine, no solo han hecho declaraciones en materia de género que acarrean un error conceptual severo, sino que desconocen, o más bien desprecian, que los derechos sexuales y (no) reproductivos de las personas son derechos humanos.
La agenda del partido que ganó las elecciones presidenciales en Argentina se ensaña de modo particular con la libertad de las mujeres y de las personas LGTB, sobre todo en el terreno de la sexualidad.
La plataforma electoral de La Libertad Avanza propone, entre otras cosas, “eliminar la obligatoriedad de la ESI en todos los niveles de enseñanza”. La vicepresidenta electa, Victoria Villarruel ha manifestado que la familia “natural” es la piedra basal de nuestra sociedad; Alberto Benegas Lynch, diputado nacional electo por esta fuerza, promoverá la derogación de ley de interrupción voluntaria del embarazo y Lilia Lemoine, quien también iniciará su gestión como diputada por LLA, impulsará una ley para que los hombres puedan renunciar a la paternidad.
Sostener que familia y naturaleza son sinónimos, que es obligatorio engendrar les hijes que gestamos y que renunciar a la paternidad es un derecho, no sólo es un error conceptual severo, sino que desconoce, o más bien desprecia, que los derechos sexuales y (no) reproductivos de las personas son derechos humanos.
La Libertad Avanza se constituyó como partido político en junio de 2021. El primer aniversario de su creación coincidió con una noticia proveniente de EE.UU que conmovió al mundo: en junio de 2022, la Suprema Corte de ese país dictó el fallo Dobbs, que revocó los precedentes Roe vs. Wade y Casey. El Fallo Roe, de 1973, consideró el aborto como un derecho constitucional, amparado en el derecho a la privacy (intimidad). Casey, adoptado en 1992, reafirmó la doctrina de la constitucionalidad del aborto, con algunas limitaciones.
En el ínterin, el activismo contra el aborto legal en EE.UU fue incesante y las tensiones en torno a la defensa de Roe y Casey dentro de la propia Corte fueron en aumento. Los precedentes a favor del aborto legal fueron sostenidos durante las presidencias de Clinton y Obama, pero a medida que el movimiento anti derechos (mal llamado “pro-vida”) se incluyó en los programas electorales del partido republicano, sus candidatos presidenciales debieron cambiar sus posiciones. Así sucedió con Reagan, quien en 1969, como gobernador de California había promulgado una ley de aborto legal, pero en 1981, en su campaña presidencial, se manifestó defensor de la vida. Lo mismo sucedió con Bush (padre) y con el propio Donald Trump, responsable de la composición de la corte que votó Dobbs.
Como en el país del norte que tanto admiran los libertarios, en el nuestro, los conservadurismos políticos y religiosos no son nuevos (ver, entre otras, las investigaciones de Juan Marco Vaggione). Lo que aquí aparece como novedoso es su integración en una agenda de gobierno.
Las autoridades electas asumirán el próximo 10 de diciembre. No es cualquier día. Se cumplen 40 años ininterrumpidos sin dictaduras. Una ironía del destino nos recuerda que atacar los derechos sexuales y reproductivos no sólo es atentar contra la libertad de las mujeres y las disidencias, sino atentar contra la democracia.
Nuestra libertad es ley, frontera de nuestra soberanía sexual, (no) reproductiva y corporal. No pasarán.