Mendoza pretende reescribir la historia mapuche

por Adrián Moyano

La legislatura de esa provincia emitió una resolución considerando al pueblo originario como “no argentino”, con el objetivo de negarle la restitución de tierras que ocupó antes de la conformación del Estado. Hoy, los admiradores de Roca marcan la cancha. Pero hay otra historia.

Abril 2023

Ricardo Rojas escribió “El santo de la espada” en 1933, cuando el sector que tradicionalmente rige los destinos de la Argentina estaba más preocupado por mantener a Gran Bretaña como compradora de carnes que por debates históricos. El biógrafo de San Martín no tuvo mayores inconvenientes en consagrar unos párrafos de su voluminosa obra a las relaciones que mantuvo el entonces gobernador de Cuyo con “los pampas, pehuenches y mapuches de la cordillera, al sur de Mendoza”. En 1816, cuando el futuro libertador preparaba al Ejército de los Andes, la posición cuyana más austral era el Fuerte San Carlos, a unos 200 kilómetros de la capital. Tómese un mapa actual de la provincia y se verá que su emplazamiento es bastante norteño, ubicación que indirectamente, indica hasta dónde llegaba la jurisdicción real de las Provincias Unidas en aquellos momentos fundacionales.

San Martín podría haber delegado la tarea en algún subordinado de fuste, pero en septiembre de 1816, marchó en persona hacia el Fuerte San Carlos, en las cercanías del río Diamante, para parlamentar sin intermediarios con los ancestros de quienes, en 2023, “no deben ser considerados pueblos originarios argentinos”, según la resolución que aprobaron 30 legisladores mendocinos y mendocinas a fines de marzo. La reconstrucción de Rojas no deja lugar a dudas sobre sus identidades: “más de cincuenta de esos jefes indios señoreaban en los valles del sur. Llamábanse, algunos de ellos, Calimilla, Millatur, Antepan, Jamin, Huanguenecul, Manquepi, Peñalef, Goyco, Marilinco, Epiman, Ancai, Neyancari, Nacuñan. Este último es el que sirvió de parlamentario: hablaba araucano y era como Colocolo un hombre anciano de larga cabellera encanecida. Sirvió de intérprete a San Martín el fraile Ynalicán, capellán de conversos”. Si bien están escritos a la española y puede haber dudas sobre el significado de uno o dos, la abrumadora mayoría son nombres en mapudungun, es decir, la lengua mapuche que Rojas llamó araucano.

En un rápido intercambio de WhatsApp a solicitud del que firma, Pablo Cañumil compartió traducciones: “Antepan viene de antü pangi. Sol puma sería una traducción literal pero así se le dice al puma cuando adquiere un determinado color café dorado. Manquepi, de mañke püllü, que es espíritu del cóndor. Epiman, de epumañke: dos cóndores. Marilinco, de mari linko, diez ejércitos. Y Millatur viene de milla trür, que es dorado”. Cañumil es un entusiasta enseñante de su lengua en Bariloche. “Los demás nombres también son del mapudungun, pero no logro comprenderlos. Calimilla podría ser kalli milla, donde hay oro, o kalül milla, cuerpo dorado. Y goy ko agua torrentosa”, estimó. Aquellas tratativas se extendieron durante seis días e inclusive, hay un testimonio de primera mano que legó el mismísimo general.

“Dueños del país”

A fines del mismo año, una delegación de aquellos loncos viajó hasta Plumerillo, donde estaba el campamento del ejército patriota. Para reconstruir el segundo episodio, Rojas se basó en el testimonio de Manuel Olazábal, partícipe de los sucesos. Según el oficial, dijo su jefe esa jornada: “los he convocado para hacerles saber que los españoles van a pasar del Chile con su ejército para matar a todos los indios y robarles sus mujeres e hijos. En visto de ello y como yo también soy indio (itálicas en el original), voy a acabar con los godos que les han robado a ustedes las tierras de sus antepasados y para ello pasaré los Andes con mi ejército y con esos cañones”. Cuando el fragor que producía el ejercicio de la artillería menguó, San Martín añadió: “Debo pasar los Andes por el sur; pero necesito para ello licencia de ustedes que son los dueños del país”. La categórica expresión -ustedes son los dueños del país- está en la página 90 de la edición que publicó Editorial Campano en 1970.

La determinación de los legisladores mendocinos y mendocinas invoca “aportes científicos, históricos, antropológicos aportados al momento del tratamiento en comisión por especialistas en el tema indígena”. Días después de la aprobación, decanos y decanas de facultades en las universidades nacionales de Mar del Plata, Jujuy, Buenos Aires, La Plata, Entre Ríos, Cuyo, La Rioja, Luján, La Pampa, Catamarca, Misiones, del Nordeste, Formosa, del Sur, Córdoba, San Luis, General Sarmiento, Salta y de la Patagonia San Juan Bosco, resaltaron “lo inapropiado e inexacto de la resolución aprobada por la Legislatura mendocina, que no cuenta con sustento científico alguno”.

La declaración, que también firmaron autoridades del CONICET más directores de Programa e institutos, afirma que “el dominio indígena en el sur de Mendoza es anterior a su ocupación por parte del estado argentino (y mendocino) en 1879, con la campaña del desierto”. Añade además que “existen consensos interdisciplinarios en relación con la sólida evidencia arqueológica, histórica, lingüística y etnográfica que acredita la existencia de comunidades mapuche y sus ancestros, a ambos lados de la Cordillera de los Andes, desde varios miles de años antes de la formación de los estados nacionales en Chile y Argentina”.

Gustavo Cairo es el presidente del Bloque del PRO en Mendoza. En su cuenta de Twitter se presenta como roquista, es decir, admirador de Julio Roca. Cuando estaba por aprobarse la iniciativa de su autoría, agradeció el apoyo de Miguel Pichetto a través de la misma red social, calificándolo de “precursor en estos tiempos de la defensa de la Soberanía argentina y del análisis verdadero de la historia nacional. Nuestro país necesita de muchos dirigentes como vos. Por algo Mauricio Macri te llama públicamente el prócer”. En una entrevista que concedió a una radio capitalina, declaró que “con las comunidades que realmente son de Mendoza, originarias, (como) los huarpes (y) los puelches, nadie tendría ningún problema”. También nombró a “pehuenches del sur”.


Negar, negar, negar

El legislador insistió con ese criterio, a pesar de las precisiones de las y los especialistas universitarios, quienes en su argumentación destacaron que “la identidad es un derecho. Las investigaciones históricas muestran que la denominación ‘mapuche’ fue abarcando e incluyendo otras (huilliches, moluches, lafquenches, picunches, pehuenches y pampas) más que quedar ceñida a un grupo único y circunscripto. Reiteramos que el consenso en torno a estas evidencias y conceptos identitarios es amplio, abarca numerosa y diversa documentación empírica. Estos hallazgos han sido publicados, desde hace años, en medios académicos reconocidos internacionalmente, así como discutidos en foros científicos de distintas disciplinas, y por especialistas de distintos países”. Ni Cairo ni Pichetto los leyeron, no tienen interés en esas conclusiones o las conocen, pero las niegan. Se llama negacionismo.

En sus declaraciones radiales, el hombre fuerte del PRO mendocino destacó el carácter estratégico del sur de su provincia, a raíz de la proximidad con Vaca Muerta y como área de acceso a Las Leñas. En la prensa nacional llamó la atención la conformación multipartidaria de las y los 30 que votaron la resolución, porque además de la derecha neoliberal y la UCR, levantaron la mano legisladores peronistas, entre otras fuerzas menores. Menos repercusión tuvo que la nómina coincida casi en un 100 por ciento, con la que aprobó la Declaración de Impacto Ambiental de Cerro Amarillo, proyecto de cobre que justamente, se sitúa en el Departamento de Malargüe. Asambleístas y otras organizaciones resisten la iniciativa, porque “la mayor parte del área corresponde a glaciares de escombros representativos del ambiente periglacial”, según el IANIGLA (Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales). Al constatar que, salvo uno, los mismos diputados que votaron contra los derechos del pueblo mapuche son los que dieron vía libre a la exploración de Cerro Amarillo, el asambleísta de Uspallata Federico Soria publicó en Facebook: “el odio racial y el odio extractivista están indefectiblemente atados el uno al otro y tienen ambos la misma raíz ideológica”.

Marcelo Giraud, también asambleísta, docente universitario y profundo conocedor de las aspiraciones extractivistas en su provincia, explicó por cuestiones electoralistas la oportunidad de la resolución: “el racismo está tan estructuralmente instalado en la sociedad y las instituciones en general, que hoy por hoy reporta votos el discurso anti mapuche, muchos más de los que espanta. A la derecha de Cambia Mendoza -versión provincial de Juntos por el Cambio- le conviene ese tipo de discurso, para hacerse los duros ante el electorado tentado por Milei y sus aliados locales”.

Claro que hay otros factores, entre ellos, el económico, pero para Giraud, el desconocimiento hacia los derechos territoriales mapuches “no es tanto por lo que haya o no en esas tierras específicamente, sino para marcar la cancha y que no se les ocurra a las comunidades seguir avanzando. Su ocupación aún no está relevada ni reconocida por el INAI”, precisó. El organismo nacional también es objeto de fuertes críticas en la misma resolución. “Hay mucho de señal fuerte para a la sociedad: la tierra es para los grandes inversores, argentinos y extranjeros”, expresó Giraud para En Estos Días.

Tres años después de aquel parlamento con los líderes pehuenches, la revolución americana no pasaba por sus mejores momentos. Contraataques realistas se sucedían con éxito en diversos frentes. Como algunos ánimos desfallecían, el 27 de julio de 1819 San Martín reunió a sus tropas y vociferó su célebre proclama que, entre otras cosas, decía: “La guerra se la tenemos que hacer del modo que podamos. Si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos ha de faltar; cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con las bayetitas que nos trabajan nuestras mujeres y si no, andaremos en pelota como nuestros paisanos los indios. Seamos libres y lo demás no importa nada”. Durante mucho tiempo, Mendoza se preció de ser la más sanmartiniana de las provincias. En 2023, es un puñado de admiradores de Roca el que marca la cancha.