Con los pelos de punta
por Daniel Natapof
Este domingo los resultados de las elecciones volvieron a sorprender. Sergio Massa se impuso con el 36.68 % de los votos e irá a balotaje con Javier Milei que no llegó al 30%. Ahora se abre una nueva esperanza para noviembre: que la democracia, a pesar de sus fallas, se salve.
La población vive estas elecciones con una ansiedad inédita, el rating de los debates es una evidencia de ello, el frenesí de los medios algo nos indica, las dos sorpresas electorales nos envían señales que desciframos tardía y parcialmente (así suele ocurrir con lo inesperado).
“La cosa se puso peluda” decían antes los argentinos ante una situación difícil. Y estos últimos meses nos remitieron mucho a cuestiones capilares.
En las PASO votó el 70% del padrón, este domingo 22 de octubre ese porcentaje subió al 77,70%. Es destacable que casi un 8% rompió con su letargo y se dispuso a cumplir con su obligación cívica, la mayoría de ellos presumiblemente, le brindó su apoyo a Massa.
En la previa, Javier Milei, el señor de peluca loca, nos decía que él era un león, aunque Myriam Bregman, la candidata trotskista muy bien peinada (que modernizó imagen, pero no su retórica), en el debate televisivo lo llamó “gatito mimoso”. Pareciera que el líder de La Libertad Avanza no es ni una cosa ni la otra.
A Bullrich se la observó en algunas fotos de campaña con un peinado tipo casco, tal vez sea un simbolismo de su perfil pro seguridad y militarización de la política, pero algo falló. Tal vez sus asesores tenían un dilema: si era ella misma o si era auténtica. Su falta de claridad conceptual, de empatía y de soltura le retaceaban los votos necesarios, pero su intento de suavizarse, tampoco funcionó. Otras evidencias de su andar errático fueron su rechazo virulento hacia Horacio Larreta, “el Pelado”, para después, tardíamente, venderlo como su futuro jefe de gabinete, o bien su cercanía inicial con “el Peluca” para luego, también a destiempo, darse cuenta de que le habían robado el pedestal de la representación de la derecha y debía confrontar con un outsider de ultraderecha.
A Sergio Massa, si algo hay que reconocerle, es que aunque se venga un tornado no se le mueve un pelo. Algunos mediáticos y sesudos analistas se preguntan cómo puede darse la anomalía política de un Ministro de Economía candidato, con inflación galopante, aún subido al ring electoral.
Ayer Massa escandalizó a todos y todas, propios y ajenos, al pasar del tercer lugar, al primero y obtener el 36,68% de los votos. Y el candidato de ultra derecha Javier Milei tuvo que dejar de lado su arrogancia desvergonzada que deslució un muy respetable 29.98%. Bullrich no sorprendió por su tercer lugar, pero sí por su lejanía con el electorado con un modesto 23,83%. Le siguió Juan Schiaretti con un 6,78% (¿existirá el corte de pelo cordobés?) y Myriam Bregman (2,70%), a ambos no les fue nada mal respecto del lugar del que partieron. Esto de acuerdo a los datos oficiales, con más del 98% de las mesas escrutadas.
Ese casi 7% del cordobés que Larreta quiso acercar y por el cual fue fusilado mediáticamente, es un hecho más para la galería de decisiones erradas de la primera plana de JxC y sus asesores con masters en el exterior, pero a los que tal vez les faltó la universidad de la calle y la maestría que brinda el territorio. La jugada del peronismo en el país indica un reagrupamiento bajo el liderazgo de Massa, que luego de las elecciones anticipadas de los gobernadores, en un gesto de supervivencia política que será detestable pero no es ajeno al estilo Massa después de todo, volvió a demostrar que a los dirigentes del PJ, si no los une el amor, entonces será el espanto.
Tal vez, la reacción favorable de un sector de los votantes hacia el tipo de melena desgreñada se deba a que la población se haya agotado de que la dirigencia política tradicional les tome el pelo, la pregunta es si ese hartazgo es suficiente en Argentina para que se instale una agenda política, no ya neoliberal, sino de extrema derecha cuya inspiración ideológica gira en torno a ideas que incluyen la posibilidad de que los padres compren y vendan a sus hijos en un mercado de niños, la venta de órganos o la privatización de ríos y bosques. La pregunta es también si el voto bronca o enojo desoye o minimiza estos aspectos más bizarros y grotescos de LLA.
Por lo pronto la principal aspiración del candidato outsider, que era la victoria en primera vuelta, quedó frustrada; su seguridad respecto al primer lugar que pretendía en la primera vuelta, también le queda como posible aprendizaje político.
JxC es el gran perdedor, un ejemplo para estudiar en la carrera de ciencia política: “como se puede perder un capital político enorme, a causa de la falta de lectura de la realidad, las malas decisiones y el internismo auto destructivo”. Por lo pronto, el discurso de aceptación de la derrota de Bullrich siguió la misma línea de desaciertos: cero autocrítica, un mensaje disociado del momento que vivimos, y nuevamente un discurso de confrontación con el gobierno que elude la crítica a Milei y que expresa falta de compromiso con una toma de posición estratégica cuando la democracia se encuentra amenazada. Finalmente, el tan criticado Mauricio Macri por sus guiños a Milei, parece encontrar la complicidad de Bullrich en el momento decisivo.
El discurso de Milei, en el cual el candidato no pudo ocultar su decaimiento, parece empezar a superponerse con el discurso liberal más clásico de JxC, la sintonía con el speech de Bullrich tuvo tal nivel de parentesco que pareciera haber sido consensuado en entretelones por ambas fuerzas. Qué ocurrirá entonces con los radicales, tal vez el movimiento político más odiado por Milei, que consideró a Alfonsín una “rata” y “rey de los fracasados”. Qué ocurrirá con los votantes de Larreta que fue llamado “gusano arrastrado” entre otras cosas por el candidato outsider. ¿Y la gente de Lilita? Parece difícil que encuentren sustento a una posición pro Milei o que retacee el pronunciamiento por la opción Massa.
Sergio Tomás Massa cierra la jornada sin despeinarse, con la misma línea que lo llevó hasta los resultados de esta elección, pero buscando ampliar su convocatoria, apelando a un nuevo pacto democrático, con un discurso que empieza a configurar una búsqueda de síntesis de las tradiciones democráticas del peronismo y el radicalismo, sin dudas un contenido anti grieta (“la grieta se murió” afirmó en el escenario) con el cual busca sobrevolar la polarización a través de una postura que lo coloque en el rol de un estadista. La retórica se ve acompañada por un escenario con una bandera argentina, sin símbolos partidarios, en un marco austero, como único orador, quien hacia el final suma a su compañero de fórmula y sus familias.
Quedan muchas preguntas por responder, esencialmente aquellas que tienen que ver con la reconfiguración de JxC. El radicalismo, una vez más, tiene un rol protagónico a jugar y, sin dudas, está ya mismo en una disyuntiva que debería resolver de cara a la sociedad y siendo fiel a su tradición democrática. Habrá que ver qué ocurre durante este larguísimo mes, tal vez el martillo de emergencia para romper el vidrio y sacar el matafuego salve una vez más a la dirigencia, que no debería olvidar que el verdadero protagonista de esta remontada fue quien antes llamábamos “el pueblo”. En fin, ya veremos en noviembre, tal vez la democracia con sus terribles fallas pero también como única oportunidad de futuro, finalmente se salve por un pelito…