CFK, 1576 km y 28 horas después

por Lorena Bermejo

El pasado 25 de mayo Cristina Fernández de Kirchner conmemoró los 20 años de la asunción de Néstor. Los militantes esperaban que anunciara su candidatura. Desde la Patagonia un micro atravesó la estepa buscando un lugar para estar lo más cerca de ella.


Junio 2023

Marta dice que a ella el momento le llegó ahora. Se presenta como “la Colo”: entre su pelo blanco sobreviven algunos mechones anaranjados. Algunes prefieren decirle Martu o Martita, y a medida que aparece eso que se nombra como confianza, también responde al apodo de Abuela, con una mezcla de cariño o de ternura que decanta despacio, como un gotero, cuando avanzan las horas compartidas en el micro, los cambios de paisaje, varios termos de mate. Con ella lleva una bandera en la que Cristina Fernández de Kirchner sonríe y tiene el brazo en alto; debajo, en mayúscula, la bandera dice es ella.

Es miércoles 24 de mayo, el micro sale de Bariloche a las 9 de la mañana. Por delante quedan 1576 kilómetros hasta llegar a la Plaza de Mayo, en la ciudad de Buenos Aires. Mañana Cristina Fernández de Kirchner, actual vicepresidenta y ex presidenta argentina, dará un discurso para conmemorar la fecha patria y los 20 años desde la asunción de Néstor Kirchner en la presidencia de la Argentina. También un 25 de mayo, pero de 1973, Héctor Cámpora asumía como Presidente de la Nación, con el eslogan “Cámpora al Gobierno, Perón al poder”.

Deby es de Sierra Colorada, al este de la provincia de Río Negro, pero vive en el Frutillar, un barrio de la ciudad de Bariloche. Cuando le preguntan de dónde es, ella responde de Furi, y si alguien no entiende, y corrobora con un ¿Bariloche? ella responde Mai, que es sí, o claro, o está bien, en mapudungún. Deby se define como militante independiente, y aunque hubo un tiempo en el que fue, como se dice en la jerga, orgánica, este año lo único que quiere es que ella se presente como candidata. Viste una remera gris que tiene una imagen de Cristina, una silueta en negro, y un fragmento de la canción de Gilda: no me arrepiento de este amor. Unas horas después de subirse al micro le llega un mensaje de su madre que dice: “¿Te vas a escuchar a tu mamá?”.

- Cuando supe que mis abuelos se escaparon de Azul y se instalaron en el campo, acá en la Línea Sur, me puse contenta. Me gustó enterarme de que soy mapuche. Sentía que tenía algo especial. Pero mi abuelo no quería hablar de eso y sólo cuando tomaba unos vasos de más de vino, hablaba mapudungún.

La Colo y Deby se conocen de antes, de encontrarse en las marchas, de cruzarse en el Centro Cívico donde confluyen reclamos, acampes y festejos. También cantan juntas en Pura Cháchara, una murga barilochense de mujeres. Viajan en el asiento de adelante, y cuando la estepa se abre y el colectivo acelera por la Ruta 22, que une la localidad de Choele Choel con Río Colorado, se escuchan sus voces: grave y potente la de Marta, dulce y constante la de Deby.

Lo que Marta nombra como “el momento” abarca un período de su vida que no se puede contabilizar en años, sino más bien en experiencias. Y lo que le llegó ahora es la posibilidad de luchar por las causas que le preocupan: el uso del agua para la minería, el reconocimiento a los trabajadores del turismo detrás de las grandes empresas que manejan la industria, la planificación de la ciudad de Bariloche.

- En los setenta me agarraron de las pestañas. Era el 72’ y en ciertos sectores se sabía lo que venía. Estaba jugando al hockey sobre hielo, y desde la pista los vi venir, con los sobretodos, me agarraron y me dijeron que no me metiera más. Yo estaba empezando a acercarme a la militancia y supe enseguida a lo que se referían. Después de eso me fui a estudiar a Buenos Aires, me mandaron a la universidad del Salvador, donde no pude aguantar ni un año, pero no volví a participar de ningún grupo. Nos juntábamos con la gente de acá y esperábamos señales de Juancito, cuando se iba a alguna parte, hasta que un par de años después se lo llevaron.

La Colo y Juancito -Juan Marcos Herman, desaparecido en la ciudad de Bariloche en julio de 1977- eran amigos y compañeros del colegio nacional Ángel Gallardo (hoy ESRN N°37), primera camada de egresados en 1971. En 2020, para el aniversario setenta y cinco de la escuela, entre homenajes y eventos institucionales, Marta convocó a sus ex compañeros a ir a la Plaza de los Pañuelos, en el Centro Cívico de la ciudad. La plaza adoptó ese nombre cuando se pintaron en las baldosas decenas de pañuelos blancos con los nombres de las personas de la zona que fueron desaparecidas durante la última dictadura cívico militar.

- Propuse repasar la pintura del pañuelo de Juan, como parte del recuerdo de las épocas del colegio, y hubo mucha resistencia de algunos compañeros. Cuando reclamo por cuestiones concretas me siento muy sola.

En el micro, Marta no está sola. En sus años como guía de turismo y como instructora de esquí, siempre fue trabajadora autónoma. En 2004, con la moratoria previsional -Ley 25.994, impulsada por el entonces Presidente Néstor Kirchner- pudo reconstruir sus aportes, recuperar esos años de trabajo que “no contaban”, y jubilarse. Este es el primer hito que nombra cuando piensa en Néstor, y con él sus primeros años de participación política. Ahora sueña con un proyecto de geriátrico-aldea, donde las personas mayores puedan vivir bien.

El micro frena en Choele Choel y suben unas diez personas. En un momento de orden de su mochila, Marta encuentra unos papeles en una carpeta marrón con elásticos negros. Son ordenanzas y reglamentaciones que imprimió para leer en el viaje. Se ríe y dice que las sacó a pasear: “cuando fuimos a Viedma tampoco leí nada”. El 10 de marzo del 2023, Cristina Fernández de Kirchner recibió un título de honoris causa y dio una ponencia en la Universidad de Río Negro, en Viedma. Fue una de las primeras exposiciones públicas de la vicepresidenta en el marco de las elecciones presidenciales de octubre. A mediados de mayo, a través de una carta que difundió en sus redes sociales, CFK confirmó que no se presentará como candidata a Presidenta. En diciembre del año pasado, el Tribunal Oral Federal N°2 dio a conocer la sentencia que le adjudica una pena de seis años de prisión e inhabilitación especial perpetua para ejercer cargos públicos, en el marco de la Causa Vialidad, por el delito de administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública. Para ser de preciso cumplimiento, el fallo debe quedar firme por la Corte Suprema de la Nación. Mientras tanto, camino a la Plaza, sus seguidores esperan que anuncie su candidatura y cantan Cristina vuelve como ya volvió Perón.

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En Bahía Blanca, el micro se detiene unos minutos. Casi todos los pasajeros bajan a cenar, fumar o estirar las piernas. En la puerta del parador El Cholo, Lorena y Soledad chocan sus latas de cerveza. Son hermanas, se unieron al grupo en Choele Choel. Se miran entre ellas cuando ven que un hombre vestido con jean y saco de traje rojo, entra al lugar con una trompeta en la mano.

- Es la cuarta vez que viajamos a un acto de Cristina, al menos nosotras, este grupo. Es algo muy lindo verla, escucharla. Ojalá que no se vaya, que se quede en la conducción del país -dice Soledad.

Es la menor de las dos, trabaja como camarera en un local del centro de Choele y forma parte de La Cámpora desde hace más de diez años. Lorena es la mayor, pero la más tímida, y se sumó a la militancia hace unos meses. Es la primera vez que va a un acto en Plaza de Mayo, aunque, aclara, no es la primera vez que la va a ver a Cristina. Cuando el hombre de la trompeta sale del parador, Soledad le pide la marcha peronista y él acomoda su instrumento en la boca, hace sonar una melodía que nadie llega a reconocer, y se va, a paso rápido, con un abucheo susurrado que las pequeñas rondas formadas alrededor del parador no se animan a concretar.

Con un cigarrillo a la mitad en una mano y el celular en la otra, Gastón se acerca a la ronda de las chicas de Choele. Él vive en Bariloche, pero creció en Cipoletti, y habla del valle como quien conoce de cerca una forma de vida.

- Hay que estar y escuchar a las personas que viven en el ámbito rural, hay una política distinta en la estepa. Hoy los pibes se van del campo porque no tienen internet, luz, servicios básicos. Van a la ciudad y no pueden mantener sus costumbres. Para mí, por ejemplo, el caballo es fundamental. Andar a caballo, tenerlo cerca, y en la ciudad eso no se puede.

Cuando Wado estuvo de visita en Bariloche, en el marco de una gira de trabajo, Gastón le acercó dos salamines, uno de ciervo y otro de jabalí, producidos en la Línea Sur. Quería llevarlo al Mercado de la Estepa, para que viera lo que hacen los productores, las tejedoras, pero no fue posible. Lejos del Valle, donde algún día quiere volver a vivir, Gastón tiene el ojo puesto en la campaña electoral.

- A mí Néstor me cambió la vida. Cosas simples como poder comprar pañales para mi hija con la asignación familiar, y otras más profundas. En los 90’ los pibes no teníamos esperanzas. Veías que tus viejos laburaban todo el día y no había plata a fin de mes. Eso genera violencia. Yo lo viví, tenía mucha bronca adentro y me quedaba callado, porque siempre fui el bruto, el que no podía hablar. Incluso en las primeras reuniones de militancia no me animaba, no decía nada.

Gastón tiene una larga historia de militancia que empezó cuando vivía en San Martín de los Andes, donde se convirtió en guardaparque, primero como voluntario y años después como trabajador de planta, y se integró a la agrupación Kolina -Corriente de Liberación Nacional-. En Bariloche, donde ahora vive junto a su compañera y sus tres hijes, participa de La Cámpora.

- Este 25 de mayo es nuestro 17 de octubre, si Perón volvió así, con el pueblo en la calle, Cristina va a volver de la misma forma, con nosotros ahí, apoyando, alentando, festejando.

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Cuando el micro entra a la ciudad de Buenos Aires por la autopista, Matías pregunta si la Plaza y el Obelisco están cerca, para ir a conocer. Los comentarios sobre el misterio de la fórmula electoral peronista se multiplican, y varios celulares esperan junto al vidrio de las ventanillas para sacarle foto a los carteles callejeros que afirman “Se viene Wado”.

- Yo voy a votar lo que ella diga, pero que no sea como con Alberto -dice Marta.

- ¿Y por qué no Kicillof? -se escucha, desde atrás, en la parte del micro que ocupa el grupo de la localidad de Allen.

- Para mí es ella, se va a presentar -dice Deby, con una sonrisa en la cara.

A pocos días del cierre de listas para las elecciones presidenciales, con un oficialismo aún sin definiciones y con poco optimismo en las encuestas, distintos nombres oscilan como posibilidades de candidatos en la fórmula que la población, y en especial el colectivo militante, espera con ansias. Wado De Pedro, actual Ministro del Interior de la Nación, Sergio Massa, actual Ministro nacional de Economía, Axel Kicillof, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, y Máximo Kirchner, diputado e hijo de Néstor y Cristina, son algunas de las opciones que se barajan para la candidatura, conducida por Cristina Fernandez de Kirchner.

Ángel es de El Bolsón, tiene 25 años y está terminando la carrera de Diseño de Indumentaria. Se sumó al viaje para acompañar a Matías, su novio, que participa de la agrupación Nuevo Encuentro. En el micro escucha música, saca fotos y participa de algunas de las conversaciones que se cruzan entre asientos, con cierta timidez que se extiende a su forma de mirar, de sonreír. Matías, en cambio, habla con firmeza y convicción y se encarga de cebarle mates a todos los de alrededor, incluso los que pasan por el pasillo de camino al baño o a la parte de abajo del colectivo. Tiene 27 años, para él, el peronismo es una herencia de su madre.

- Ella siempre trabajó para garantizarle a las personas el acceso a la vivienda, y en la formación de cooperativas, entre otras cosas; yo la acompañé, y ahora es momento de hacer mi propio camino, mi propia experiencia.

Después de diez años de ser soldado voluntario del Ejército Nacional y bombero en la seccional del centro de Bariloche, decidió cambiar de rumbo, se anotó en la carrera de Historia, en la Universidad del Comahue, y acompaña, junto a Nuevo Encuentro, la campaña de Ramón Chiocconi, actual legislador municipal y posible candidato a intendente en elecciones municipales.

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Ya en Buenos Aires, los viajeros se reúnen en la unidad básica de La Cámpora ubicada sobre la calle Adolfo Alsina, justo detrás de la Plaza de los Dos Congresos. Agostina, que trabaja en la articulación de la agrupación en la Capital con las unidades y los referentes del interior del país, calcula que unas diez mil personas viajaron desde las provincias hasta la Plaza de Mayo para participar del acto convocado por la vicepresidenta.

Sentada en una silla de plástico, Lila acomoda su chalina de lana y se concentra en el mensaje que está escribiendo para su hijo, que vive en Villa Regina, al este de la provincia de Río Negro, y que no pudo viajar porque se comprometió con el festejo del 25 de mayo en uno de los barrios que visita a diario, como parte de su participación en La Cámpora.

Lila está contenta. Quiere ver a Cristina en persona. Anteúltima de doce hermanos, es una convencida de la unidad. “No me gusta el divide y reinarás”, aclara, y se le vienen los recuerdos de una Villa Regina despoblada, rural. En la casa familiar, lejos de lo que en ese entonces, década de 1960, era el centro de la ciudad, había una máquina de coser Singer, varias camas que llegaron como donación de la Fundación Eva Perón, y un retrato de Evita, que su madre colgó en uno de los pasillos de la casa en 1955, después de que el Registro Nacional de las Personas le rechazara el nombre de Juan Domingo para su hijo varón recién nacido. A los dieciocho años Lila trabajaba en un galpón de envasado de manzanas para exportación, y un amigo la invitó a ella y a su marido a afiliarse al peronismo. Al poco tiempo tuvo a su hija, luego a su hijo, y empezó a trabajar como secretaria en un instituto odontológico, donde estuvo treinta y seis años. Todo ese tiempo, dice, su compromiso fue a través del voto. Ahora, ya jubilada, también se anima a viajar a Plaza de Mayo con la esperanza de escuchar, de primera mano cuál será la fórmula del peronismo este año.

- Ser peronista es querer que las cosas sean parejas, que seamos todos iguales. Poder vivir de mi trabajo, mandar a mis hijos a estudiar, tener mi casa, un auto, que la plata esté más repartida, no que unos tengan mucho y otros poco -dice.

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A eso de las dos de la tarde, cruzar de una vereda a otra en los alrededores de Plaza de Mayo implica hacer una fila, agarrarse de las manos para no perder al grupo y, en especial, tener paciencia. Todavía falta más de una hora para que hable Cristina. Matías y Ángel nunca habían estado en la ciudad y preguntan hacia dónde se puede caminar para respirar un poco. Deby está ansiosa y ya empieza a entonar algunas de las canciones que practicaron con Marta en el micro. Desde la Terminal de Bariloche fueron veintiocho horas de viaje hasta Plaza de Mayo, pero a pesar del cansancio, el entusiasmo parece haber crecido con cada kilómetro atravesado. El resto del grupo, expandido, pero siempre detrás de la bandera verde, blanca, negra y azul que representa a la provincia de Río Negro, atraviesa el Cabildo y se abre paso hasta la Plaza y las pantallas, donde se ve el escenario y algunos de los funcionarios que serán parte del acto. Soledad camina junto a Lorena y se unen al grupo de la localidad de Beltrán que también viajó en el micro con ellas. La llovizna, intermitente al principio, cada vez se vuelve más constante, y en medio de lo que ya es una tormenta, Cristina sale al escenario mientras el himno nacional suena de fondo y las canciones de los viajeros de la Patagonia pueden al fin cobrar sentido.