Agapito Montaña, el primer y olvidado representante de Bariloche en el Congreso

por Juan Carlos Jalil

Fue elegido como primer Delegado del Territorio Nacional hace 70 años, en la boleta que llevó a Juan Domingo Perón a su segunda presidencia. Hombre clave del proceso de provincialización de Río Negro, sufrió persecución y encarcelamiento tras el golpe de 1955. Luego, fue excluido de las páginas de la historia partidaria y provincial.

Noviembre 2021

Compungido, detrás del Presidente que despedía a la primera dama, los registros del multitudinario sepelio de Eva Perón muestran a Agapito Montaña. Una de sus hijas, Mónica, recuerda que fue uno de los encargados de custodiar el cajón en esas largas jornadas. Sólo tres semanas antes de la muerte de Evita, el barilochense había dictaminado favorablemente el proyecto de Héctor Cámpora para incorporar el libro “La Razón de Mi Vida” como texto docente.

A pesar de esa cercanía nacional con Perón, de su rol como delegado en el Congreso de la Nación, y de su aporte clave para la provincialización de Río Negro, su nombre no tiene un lugar en la historia oficial rionegrina, y ni siquiera el Partido Justicialista de la Provincia parece guardar registro de su paso político.

Agapito había llegado a la Cámara de Diputados en las elecciones del 11 de noviembre de 1951, que representaron un hito en la historia nacional por ser las primeras en las que se ejerció el voto femenino y en las que los habitantes de los territorios nacionales que aún no se habían constituido como provincias pudieron elegir representantes para la Cámara de Diputados: Formosa, Misiones, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego y Comodoro Rivadavia.


La fórmula Perón-Quijano, que a nivel nacional obtuvo el 63,51% de los votos, en la primera circunscripción de Río Negro, que llevaba al barilochense de 36 años como candidato a Delegado, cosechó el 79,43%. En el norte del territorio, el médico de Choele Choel, Néctar Barrera -también peronista-, obtuvo el 71,91%. Ambos fueron los primeros representantes del territorio nacional en Diputados.

Montaña nació en Rosario en 1915 y llegó a la región como trabajador de Vialidad Nacional. Adquiriendo repuestos en la Ford de Bariloche para los vehículos de Jacobacci conoció a Lola Martínez, con quien se casó pocos meses después y tuvo dos hijas y un varón. “Superaba el metro ochenta, morocho, delgado y de ojos verdes. Tipo fuerte y muy seguro de sí mismo. Generoso. Un señor”, rememora Mónica.


Militante peronista y reconocido por sus pares, fue ungido candidato. En el diploma que le otorgó la Junta Electoral no sólo constan los 16.630 sufragios que obtuvo para ser designado Delegado, sino también una anotación a mano con la dirección del Hotel Madrid, sitio en el que Agapito se instaló durante su mandato, que inició el 25 de abril de 1952 y culminó abruptamente con el golpe de 1955.


Agapito al Congreso

En la Cámara de Diputados, los delegados territoriales podían presentar proyectos y dictaminar en las comisiones, aunque en las sesiones tenían voz, pero no voto. Entre las iniciativas que llevan su firma, se destacan el pedido de incorporación al régimen de previsión social “que extendió y afianzó la gloriosa Revolución Peronista” al personal obrero y administrativo de los municipios de los territorios nacionales.


También mocionó en 1954, junto a otros delegados y delegadas, erigir monumentos a Perón y Evita en las capitales de los territorios nacionales “como testimonio de gratitud hacia quienes supieron interpretar y realizar las máximas aspiraciones de sus pueblos”.

Pero su principal aporte en el Congreso estuvo vinculado al proceso de provincialización, siendo uno de los diez autores del proyecto de Ley Orgánica para los Territorios Nacionales, impulsado por la delegada misionera Elena Fernícola, que sentó las bases y delimitó el procedimiento para que los territorios se constituyan en provincias.


En el diario de sesiones del 28 de julio de 1954 consta la apasionada defensa de Agapito al proyecto: “Traigo a este recinto la adhesión fervorosa de los pobladores del magnífico y laborioso territorio de Río Negro, quienes, por mi intermedio, expresan públicamente su agradecimiento al creador de esta conquista, el general Perón, y a la inspiradora de la liberación territoriana, la inmortal Eva Perón” inició.

Para el barilochense, esta Ley sería “un aporte valioso de aprendizaje y experiencia para que en el momento oportuno -y estamos seguros que por obra de Perón será a la mayor brevedad- cristalicen los deseos soñados por todos los territorianos, de equipararse en un todo a las demás provincias hermanas. El corto período de práctica que tendremos con la vigencia de esta ley nos permitirá pasar de un estado a otro sin sufrir las consecuencias que todo cambio brusco trae aparejadas”.

Sobre la inminente provincialización de los territorios, valoró: “Ahora sí que los territorianos elegirán con absoluta responsabilidad quiénes regirán sus destinos con celo y cariño de quien defiende lo propio”. Y aseveró que “recién ahora, con el gobierno de Perón, los territorios comenzaron a sentir el alivio a sus múltiples heridas añejas, y poco a poco los vemos resurgir de su postración y olvido, plenos de fe y optimismo en un buen presente y un futuro mucho mejor”.

Ante las objeciones de la oposición, que pretendía la realización de un plebiscito en Río Negro, arengó: “El plebiscito ya fue realizado ampliamente el 25 de abril último y en el mismo se comprobaron rotundamente dos hechos. Es el primero que en Río Negro la representación que asumen esas dos personas constituye una ínfima minoría, que alcanza apenas el 25 por ciento del electorado de aquel territorio, y no es posible pretender que las minorías señalen el camino a seguir a las aplastantes mayorías. El segundo hecho es que la gran mayoría del pueblo de Río Negro en dos ocasiones -noviembre de 1951 y abril de 1954- dio su fallo definitivo e irrevocable sobre la forma en que quiere ser gobernado y conducido, y por quién”.

Generando el reconocimiento de sus pares, Agapito culminó: “El resultado de las elecciones de 1954, que superó a las de 1951 en lo que a votos peronistas se refiere, nos da la más absoluta seguridad de que Río Negro rechaza cualquier forma de gobierno que no sea la que movimiento justicialista cree que debe tener, porque Río Negro, al igual que el resto de las provincias y territorios, tiene fe y absoluta confianza en Perón, a quien sabe sincero y bien intencionado en lo que a felicidad y bienestar del pueblo se refiere y lo conoce profundamente inspirado en los más altos ideales de patriotismo”. La versión taquigráfica refleja el resultado de su intervención: “¡Muy bien, Muy bien! Aplausos. Varios señores diputados rodean y felicitan al orador”.


El proyecto se sancionó y el 5 de abril de 1955 Perón convocó en Casa Rosada a las delegaciones de Formosa y Río Negro para anunciarles la provincialización. “Pueden tener ustedes la seguridad más absoluta de que el proyecto de ley que ha de formularse con este pedido ha de prosperar, de modo que tanto Formosa como Río Negro ya pueden considerarse provincias argentinas. Nosotros deseamos que todos los territorios vayan convirtiéndose paulatinamente en provincias”, les afirmó el presidente, según reflejó Clarín.

La Ley de provincialización (14.408) se aprobó el 15 de junio, pero todo el proceso quedó suspendido 3 meses más tarde por el golpe de Estado de la autodenominada “Revolución Libertadora” y recién en 1958, después de un violento proceso de “desperonización” y con el partido peronista proscripto, Río Negro pudo elegir gobernador.

Golpe y persecución

Interrumpido el orden institucional, Agapito Montaña fue víctima de represalias. El recientemente fallecido ex presidente del Superior Tribunal de Justicia de Río Negro, Luis Lutz, que fue abogado de la familia, relató que una comisión “lo investigó y persiguió por hechos sin fundamentos objetivos y carentes de prueba que le atribuían, como irregulares en su gestión en Vialidad Nacional. Por eso injustificadamente bloquearon sus fondos e interdictaron sus bienes, medidas que en breve tiempo quedaron sin efecto al ser absuelto de los cargos”. La investigadora del Conicet, Martha Ruffini, señala que el primer representante barilochense en el Congreso incluso fue detenido.


Esta persecución está plasmada en el libro “Documentación, autores y cómplices de las irregularidades cometidas durante la segunda tiranía”, que reúne todas las investigaciones realizadas por las comisiones creadas en todo el país por el gobierno de facto para sancionar a los peronistas.

La Comisión Investigadora de Bariloche -ironías de la historia- se constituyó el 17 de octubre, en el propio despacho del comisionado de la ciudad, en el Centro Cívico. En noviembre se trasladó al primer piso del Correo, donde hoy funciona el Concejo Municipal, hasta su desintegración el 15 de abril de 1956. El presidente de la comisión fue Pedro J. Provensal, pero renunció un mes más tarde y fue reemplazado por Roberto Escardó. También la integraron Jorge Saubidet Bilbao, Carlos Nordenstrom y Jorge Kennard.

La comisión de Bariloche elevó a las autoridades nacionales 41 expedientes. Investigó, por ejemplo, al director de la Escuela 16 por “inconducta”, al personal del Colegio Nacional y escuelas primarias por “presuntos delatores entre los mismos”, y al primer director de la Escuela Industrial, creada en 1953, por el alquiler del edificio.

También a los referentes gremiales Galileo Gavilán, Jacinto Giménez y Felipe Raynoso por “malversación en Proveeduría Sindical CGT Bariloche” (fueron sobreseídos), al intendente destituido, Justo González, por falta de pago de un busto y compra de una ruleta para el Hotel Llao Llao; y al periodista Abel Castro para conocer la procedencia de sus bienes, entre otros.

A Montaña se le iniciaron dos expedientes: el asunto del primero fue “Su actuación como delegado por Río Negro al Congreso Nacional”. El del otro, “Su actuación como empleado de Vialidad Nacional local”.

Además de detenerlo y bloquearle los fondos, Agapito fue cesanteado de Vialidad y sufrió allanamientos de las fuerzas de seguridad en su hogar. Mónica, que tenía sólo 5 años, aún recuerda estar en brazos de su padre, de madrugada, mientras hurgaban por su casa con especial interés en la biblioteca.

El olvido

Su muerte temprana, a los 59 años, el bajo perfil de su personalidad y el crecimiento exponencial de Bariloche en los últimos 70 años parecen haber privado a Agapito Montaña de un mínimo reconocimiento a su trayectoria y aporte, no sólo dentro del peronismo, sino también en las páginas de la historia de la provincialización de Río Negro.


“El doctor Barrera, juntamente con el compañero Agapito Montaña, representó, con honor y patriotismo, y con alto sentido peronista, al pueblo de Río Negro. Ellos fueron así los primeros delegados de nuestro pedazo de patria ante esta Honorable Cámara de Diputados”, expuso en el Congreso René Hechem, delegado rionegrino electo en 1954, al honrar la memoria de Barrera en 1955.

Lutz, que falleció semanas después de conceder esta entrevista, lo describió como “un peronista de una conducta destacable. Era una persona reconocida y apreciada, pero con un perfil bajo, muy aplicado a lo suyo en Vialidad, muy querido por el personal. Muy humilde, de convicciones, reservado, de vida de familia. Una muy buena persona que transitaba por la calle sin reconocimiento político”, describió.


El grado de reserva era tal, que al ser reincorporado a Vialidad Nacional en los ‘60 como sobrestante de conservación de caminos, Agapito jamás comentó a sus compañeros lo vivido. José Valenzuela compartió con él como apuntador recorridas de hasta tres días y nunca se enteró de su rol en el Congreso ni la persecución posterior. “Era muy cauto, excelente persona y compañero. Y dentro de Vialidad nunca hizo mención a su partidismo o sus ideales”, contó.

Después de su paso por el Congreso, no volvió a pugnar por otro cargo, pero se mantuvo próximo a los dirigentes tradicionales del partido, como Abel Castro. Trabajó hasta una semana antes de morir, debido a una embolia cerebral tras ser operado, en 1975. El intendente peronista, Eduardo Garrafa, le cedió a la familia un espacio en el cementerio para construir un panteón, que finalmente no fue utilizado.

“Fue un incansable luchador por el progreso y bienestar de Bariloche, por lo que la población le debe su reconocimiento” expresa la Ordenanza 84-I-75, en la que se destaca que “como primer delegado parlamentario en representación del territorio nacional de Río Negro, durante su paso por la Cámara de Diputados de la Nación trabajó intensamente por la comunidad rionegrina, a través de numerosas iniciativas, circunstancias que lo hace merecedor del postrer reconocimiento ciudadano”.

Sin embargo, a diferencia de la mayoría de los delegados y delegadas territoriales que cumplieron su misma función, no hay calles, libros, plazas, centros culturales o museos que rescaten la figura de Agapito, que sólo parece perdurar en el recuerdo de sus dos hijas, Silvia y Mónica.

Colaboradores:

Daniela Celeste Coralizzi, Bibliotecaria

Pablo Martínez, Profesor de Historia