Volví hincha del St. Pauli

por Adrián Moyano

Antifascista, antirracista y anti homofobia, el club alemán tiene un fan club oficial en Buenos Aires. Y un barilochense se suma a la hinchada de este equipo que combina fútbol, punk rock y consignas anarquistas.

Ilustración: Rocío Griffin

Julio 2022

St. Pauli, el equipo que milita en la Bundesliga 2 -la segunda división del fútbol alemán-, tiene hinchas argentinos que se ufanan de constituir la primera filial en Sudamérica. Crearon un fan club oficial al que llamaron Piratas del Sur. Y tienen una página en Facebook para informar sobre alternativas deportivas, pero también para poner en agenda fechas como el Día de las Víctimas del Holocausto (27 de enero) o el del Orgullo LGBT+ (28 de junio). En Hamburgo, patria chica del St. Pauli, las y los piratas norteños suelen organizar actos en coincidencias con esas y otras efemérides. Para este club, no todo lo que importa es el fútbol.

El fan club argentino grabó un documental que puede verse en YouTube: “St. Pauli. Punk rock fútbol”. Se basa en una entrevista a Michael Pahl, autor de dos libros sobre historia del club y también periodista, en la que cuenta que si bien se fundó en 1910 hasta mediados de los 80 el St. Pauli era un equipo “aburrido”, que existía a la sombra del Hamburgo SV, el más importante de la ciudad. En esa encrucijada, el “marrón y blanco” estaba en 3ra. División y sólo movilizaba a tres o cuatro mil aficionados que no contaban con actitud ni organización de hinchada. Ese vacío generó las condiciones para “crear algo nuevo”. Entonces, “lo que pasó fue que gente que eran punks y anarquistas, que vivían en el famoso edificio Hafenstrasse -que está cerca del estadio- y eran squatts, empezó a venir a los partidos”. El resto de la historia puede imaginarse.

La hinchada de St. Pauli


Pahl insiste en que su club puede ser un ejemplo para las y los hinchas de cualquier equipo del mundo “porque todo lo que St. Pauli es y tiene hoy, fue hecho por los hinchas: la imagen del club, la política en el estadio, la calavera y las tibias como segundo logo… Todo vino de los hinchas y nunca fue una decisión que vino de arriba, hecha por la dirigencia”. Oficialmente, el club representa los valores que antes, sólo eran de la hinchada. Antifascismo, antirracismo y anti homofobia.


Banda de sonido

Deine Cousine es la identidad artística de Ina Brederhorn, una cantante de Hamburgo con estética cercana al punk. Según la plataforma digital que más se escucha en la Argentina, cuenta con algo menos de 94 mil oyentes mensuales. En la lista de sus temas más populares, el tercero en aparecer se denomina “St. Pauli” y es una descripción amorosa del barrio que vio nacer al club de fútbol del mismo nombre. El rojo de Hamburgo, no en el sentido político, sino en el pecaminoso.

La propuesta sonora de Le Fly es más ecléctica: rock, rap, ska y reggae con fuerte impronta bailable. En su caso, totaliza algo más de 55 mil “oyentes mensuales” y la banda está pronta a iniciar una gira por Alemania. También es de Hamburgo, pero, además, se reivindica tanto del barrio como del Pirata. En su ranking de “populares”, una versión de “St. Pauli Tanzmusik” figura segunda, pero, además, “We love St. Pauli” aparece siete puestos más abajo. La segunda se refiere explícitamente al equipo antifascista, con dardos explícitos hacia el Hansa de Rostock -su rival clásico- y al nazismo en general.

El ejemplo de Talco es del todo llamativo. La banda también abreva en el ska y en el punk, pero es italiana. Se dice que fue su tema “St. Pauli” el que la catapultó a los primeros planos de una escena donde también militan Banda Bassotti, Modena City Ramblers o Ska P. En su ranking, la canción que habla de los desterrados, de los hijos de la memoria y arremete contra la xenofobia, está quinta, inmediatamente antes de una versión electrizante de “La mano de Dios”, el tema que el malogrado Rodrigo dedicara a Diego Maradona. Talco cuenta con 137 mil oyentes mensuales.

La cantante Deine Cousine.

La enumeración podría continuar con una decena de bandas y solistas de diversos estilos que, de una forma u otra, están cerca del club y su ideario. Es que el FC St. Pauli hizo historia cuando se convirtió en el primer equipo alemán en asumirse antifascista, antirracista y anti homofobia en sus estatutos, postulados que se antojan urgentes en la Patagonia. Como historió Pahl, mucho tuvieron que ver en la adopción de esos principios el movimiento punk, los y las autonomistas de la ciudad portuaria y otras corrientes de pensamiento-acción. Una banda de sonido espectacular.


En las barricadas

La opulencia que Hamburgo exhibe en el siglo XXI soslaya su historia proletaria. Fueron muy proféticas las palabras de la periodista rusa Larisa Reissner, cuando escribió: “En las grandes ciudades, un levantamiento pasa sin dejar rastro. Una revolución ha de ser grande y victoriosa si ha de conservar sobre la piedra y el hierro, aunque sólo sean durante algunos años, las huellas de los estragos, sus heroicas abrasiones y las cicatrices blancas de las balas por las metralletas dejadas sobre los muros”. La insurrección obrera de 1923 fue heroica, pero no alcanzó la victoria.

Reissner dejó un testimonio tan vívido que, durante mucho tiempo, se pensó que había participado de los sucesos. Pero no, los reconstruyó con la pluma más inflamada que se pueda imaginar con posterioridad, cuando muchos de los trabajadores todavía se escondían para escapar de la represión. Sucedió cinco años después de la Revolución de 1918, en cuyo contragolpe reaccionario perdieron la vida Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Durante tres días, los destacamentos obreros controlaron varios de los puntos neurálgicos, a la espera de noticias sobre la suerte que corrían los levantamientos en otras ciudades de Alemania. Pero las ansiadas novedades nunca llegaron. Estaban solos y aquella flama, terminó por consumirse. Reissner no encontró rastros, pero si quedaron, terminaron por esfumarse con los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.

La extrema derecha alemana apenas si demoró 20 años en reorganizarse, después de la derrota del nazismo. El Partido Nacional Demócrata (NPD) irrumpió en la escena parlamentaria a fines de los 60 y de esa época, datan los primeros enfrentamientos callejeros entre los nostálgicos del III Reich y grupos antifascistas. El fascismo subió la apuesta y conformó grupos paramilitares. En los tempranos 80 surgió el movimiento autónomo desde la izquierda más radical y los grupos de squatters que estaban activos en el oeste alemán. En 1983, sesenta años después de aquel levantamiento proletario, se conformó la Acción Antifascista, precisamente en Hamburgo. Por entonces, dirigentes e hinchas del St. Pauli no podían saberlo, pero su suerte iba a cambiar, también radicalmente, dos años después.

El corazón “marrón y blanco”

Luego de participar en unas jornadas académicas sobre el pueblo mapuche y otras actividades de índole más política en distintas ciudades europeas, en diciembre de 2021 estuve unas pocas horas en Hamburgo. Además del intenso frío y la oscuridad que se instaló a las cinco de la tarde, recuerdo la arquitectura ostentosa de ciertas zonas, la enormidad del puerto y la agresiva belleza de los murales que señalizaban un edificio ocupado. Desde la “Rote Flora” (Flora Roja) se coordinaron las protestas contra la reunión del G20 realizada en 2017, que los grandes medios relataron como una batalla campal.

Las protestas en Hamburgo durante la reunión del G20.

A la hora de la cena dimos muchas vueltas porque mi amigo y anfitrión, Peter Müllers, vive en otra ciudad y se desorientó. Pasamos dos veces por las afueras del Millerntor, el estadio del St. Pauli. No era día de partido y, además, por entonces se vivía un reflujo de la pandemia que hacía que el acceso del público fuera limitado. Al final, caímos en un bodegón italiano, más o menos al frente del edificio pintarrajeado, que está ocupado desde 1989. Su origen data del siglo XIX, cuando fue un teatro. Más tarde cine y, por último, supermercado. Toda una metáfora. Que en la actualidad sea un centro cultural y social de la izquierda autónoma, también encierra su cuota de poesía. En la esquina, se desarrollaba una movilización para exigir al gobierno que expropiara viviendas y las pusiera al alcance del pueblo. El Primer Mundo también tiene sus claroscuros.

Durante el primer semestre de este 2022, el FC St. Pauli fue noticia en las cadenas deportivas globales al dejar afuera de la Copa de Alemania (DBF Pokal) al poderoso Borussia Dortmund, a pesar de la enorme diferencia presupuestaria que separa a uno y otro. En los cuartos de final, los “muchachos de marrón” cayeron frente al Union Berlin, pero su afición recibió la eliminación con más orgullo que desazón. En tanto, si bien en la Bundesliga 2 el objetivo durante la temporada 2021-22 fue mantener la categoría, las chances de ascenso recién se evaporaron en la anteúltima fecha, al caer 3-2 ante el Schalke 04, a la postre, el campeón. Lejos del exitismo que caracteriza al fútbol argentino, en el partido siguiente el estadio estuvo lleno para presenciar el cierre de la temporada, con una victoria sobre 2-0 sobre el Fortuna Dusseldorf. Aunque no entiendo ni jota de alemán, escuchar en distintos registros fílmicos a las cuatro tribunas despedir el campeonato con “Daz Herz von St. Pauli” (El corazón del St. Pauli) me erizó la piel.

Nadie es ilegal. Estadio Millerntor. St Pauli apoya los derechos de lxs refugiadxs.

La temporada 2022-23 acaba de comenzar. El sábado 16 de julio pasado se renovó el sueño en Millernton, al batir St. Pauli 3-2 al Núremberg. Hace tiempos que los goles del “marrón y blanco” se gritan en Hamburgo, pero también en Italia, España, México, Escocia, Chile y Argentina porque sus valores y experiencia son demasiado grandes para quedar confinados en un barrio. Fútbol, punk rock, cánticos antifascistas y autonomía: ¿cómo no sumarse a esa hinchada? Yo también, cuando volví a Bariloche, volví hincha del St. Pauli.