Afuera de la justicia

por María Laura D' Amico

Sergio Ávalos fue el primero de su familia en dejar el pueblo donde había crecido para irse a Neuquén a estudiar en la Universidad. Pero en esa ciudad, desapareció. Hace 19 años su familia lo busca.

Julio 2022

"Yo tengo un contrato con el viejito de arriba y trato de portarme bien para que me haga caso y me lleve una vez que tenga a los culpables de la desaparición de Sergio identificados y condenados. A partir de ahí, quedo a disposición. Antes, no pienso irme", dijo Asunción Ávalos, 89 años, jubilado del Correo en Picún Leufú -un pueblo de 2.500 habitantes ubicado a 108 kilómetros de la ciudad de Neuquén-, viudo y padre de siete hijos. Uno de ellos, Sergio.

Era junio de 2019, Asunción daba una conferencia en el hall de la Universidad Nacional del Comahue (Unco), acompañado de su hija Mercedes, y rodeado de referentes de organismos de derechos humanos y sindicales. Vestía una camisa a cuadros. Sobre la camisa llevaba una remera blanca con letras negras con la inscripción "Sergio Daniel Ávalos. Desaparecido en democracia el 14 de junio de 2003 en Neuquén Capital. Justicia. ¿Dónde está?".

Ese día Asunción comunicó que Sergio Heredia y Leandro Aparicio se harían cargo de la querella. Los abogados venían de conseguir penas de prisión perpetua contra siete policías rionegrinos involucrados en el caso de Daniel Solano, un joven salteño trabajador de la fruta. desaparecido en Choele Choel en 2011.

"Nosotros logramos esclarecer el crimen de Daniel Solano en cuatro meses. No puede nunca una causa estar 16 años, eso es una vergüenza en un estado de derecho. No hay ningún crimen perfecto. Si no se sabe es por negligencia judicial y por participación del Estado", dijo Heredia a la prensa. Luego se volteó hacia Asunción, y agregó: "Conocemos el caso perfectamente. Nosotros le podemos dar una respuesta. Lo único que hay que hacer es meter tiempo y dedicación".

Sergio fue el primero de la familia en ir a la universidad. Mientras cursaba el último año de secundario, el colegio organizó una visita a Neuquén para mostrarles a los alumnos la oferta académica de la Unco. Dudaba si anotarse en abogacía o ser contador público. Se decidió por lo último.

En febrero de 2003 se mudó a Neuquén. Los dos primeros meses vivió en la casa de unos amigos que conocía de Picún, en el barrio Villa Ceferino. Hasta que en abril le dieron la beca que había solicitado y se mudó a la residencia universitaria, donde ya vivía otro amigo del pueblo. El viernes 13 de junio era el cumpleaños de uno de sus compañeros. El plan era juntarse a comer unas pizzas y salir a bailar a Las Palmas.

El Fuerte-Las Palmas fue un local bailable descomunal que abrió en Neuquén tras experiencias fallidas en Villa Regina y en General Roca. Un monstruo de miles de metros cuadrados, con ocho pistas de baile y 80 empleados, donde llegaban personas de todo el Alto Valle a bailar música tropical y latina. Ahí, donde se rompía la noche, Sergio Ávalos fue visto con vida, por última vez.

Foto: David Sanchez.

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Pasaron tres años desde que asumió la querella, aún no hay procesados, y ahora, al otro lado del teléfono, el abogado Heredia dice: "Nosotros ya hemos resuelto el caso. Pero lo tenemos que mostrar y probar en la justicia". Cuenta que llamaron a declarar a 70 testigos y por estos días lo van a hacer 40 más.

La teoría de Heredia es que Sergio entró a Las Palmas a las 3,10 del sábado 14 de junio de 2003 y de ahí no salió. "Los amigos dicen que de las 3 hasta las 7 lo vieron y estuvieron con él. Lo que pasó, pasó a las 7 o 7,05. Ya sabemos lo que pasó. Y pasó adentro del boliche", remarca.

Para Heredia, Las Palmas era una organización empresarial y delictiva. Un "antro" donde se cruzaban el narcotráfico y la prostitución. Un descontrol que funcionaba con complicidad estatal: coimeaban a los inspectores para mantener las puertas abiertas hasta las 9 de la mañana, cuando por ordenanza debían cerrar a las 6. La ilegalidad más grande, determinante en lo que pasó con Sergio, es que de la seguridad del boliche participaban fuerzas policiales y militares.

"Golpear personas era una práctica habitual de esta organización delictiva. En el caso Ávalos, se les va la mano. Nadie quiere matar, pero se le va la mano. Son golpeadores, violentos", afirma Heredia. "Al chico lo mataron, se les pasó la mano. Listo, ya está. Ni siquiera tengo que probar eso, lo que tengo que probar es que el chico entró y no salió".

Sergio no salió de Las Palmas. Y Heredia aún no sabe dónde está el cuerpo. “Tampoco soy maravilloso -continúa diciendo. El delito acá es una desaparición forzada. En una desaparición forzada no necesito el cuerpo. Yo condené a siete policías a perpetua en el caso Solano, sin el cuerpo. Resolver es saber qué es lo que pasó. Y lo hemos resuelto. Te puedo decir minuto a minuto qué fue lo que pasó con Sergio y quiénes son los responsables. Creo que eso es un gran avance tras 19 años sin haber logrado nada”.

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Durante diez años, la desaparición de Sergio fue investigada por la justicia neuquina con la carátula "averiguación de paradero". En esos años, la fiscal a cargo, Sandra González Taboada, apuntó contra los amigos de Sergio; mandó a hacer excavaciones en la residencia universitaria; lo buscó en Mendoza, donde alguien dijo que había visto a una persona con características similares a las de Sergio; proveyó de recursos a Asunción para viajar a Misiones, tras una pista de que Sergio podría haber sido cooptado para cruzar droga en la triple frontera. Jamás investigó a las fuerzas de seguridad.

Asunción se constituyó entonces como querellante. Primero, acompañado por la organización de derechos humanos Zainuco y luego por la Gremial de Abogadas y Abogados. De la mano del abogado Luis Virgilio Sánchez, en 2013 impulsaron un pedido para que la causa pase a la justicia federal y se cambiara la carátula de "averiguación de paradero" a "desaparición forzada de persona", un delito que no prescribe y que sólo puede ser cometido por el Estado.

Foto: David Sánchez

En febrero de 2014 la justicia provincial se declaró incompetente en la causa. En la resolución, el juez Marcelo Muñoz reconocía que en estos diez años "poco o nada se ha logrado". En noviembre de ese año, la Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó, emitió un dictamen donde pedía el traslado de la causa a la justicia federal y el cambio de carátula.

Sánchez pudo entonces introducir nuevas líneas de investigación y recolectar pruebas. En 2018 presentó a Gustavo Villanueva, a cargo del Juzgado Federal Nº 2 de Neuquén, un pedido de indagatorias contra 13 personas por considerarlas "autores y/o partícipes necesarios" de la desaparición forzada de Sergio.

La lista estaba encabezada por Pedro Raúl Nardadone, dueño de Las Palmas. Lo seguían el entonces encargado del boliche, Patricio Sesnich, miembros de la policía provincial y personal de seguridad, como María Teresa Monsalve, a cargo de las cámaras, cuyas cintas casualmente dejaron de grabar minutos antes de que Sergio entrara al lugar.

En la lista también figuraba Pedro José Sepúlveda Palacios, un militar retirado de Chile, mano derecha de Nardadone, que trabajaba como patovica. A él, Sánchez pidió que lo investiguen como "presunto autor material", a partir del testimonio de un testigo de identidad reservada que dijo haberlo visto esa noche golpeando a una persona con características similares a las de Sergio.

Pero el juez no hizo lugar al pedido.

"Mi estrategia era llamarlos a indagatoria a todos. No quiere decir que todos iban a quedar procesados, pero como evidentemente había un pacto de silencio entre todos los que estaban ahí en la guardia, seguramente si hacíamos las indagatorias y el juez disponía alguna medida preventiva, alguno se iba a quebrar. Pero eso nunca pasó", cuenta Sánchez, y una pena honda se percibe a través del teléfono.

A los pocos meses de presentado el pedido, Asunción decidió prescindir de los servicios de Sánchez para que Heredia y Aparicio continúen con la querella. Los nuevos querellantes no impulsaron, hasta ahora, esas indagatorias.

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Mercedes Ávalos viaja todas las semanas de Neuquén al paraje Los Chihuidos, donde trabaja en una escuela rural. Acaba de bajar del colectivo que la trae de regreso. Mientras toma té negro para calentarse, dice que su hermano Sergio era un chico humilde y sencillo, que prefería quedarse jugando a las cartas que ir a bailar. Eran muy unidos. Cuando Mercedes quedó embarazada de su primer hijo dejó el colegio. Pocos años después lo retomó y eso hizo que ella egresara, en el nocturno, el mismo año que Sergio terminó el secundario. Esa trayectoria compartida los acercó aún más.

El miércoles 11 de junio de 2003, dos días antes de la desaparición hablaron por teléfono. Sergio le contó que había perdido los documentos. “¿Dónde los perdiste?”, le preguntó. "Si supiera los iría a buscar", fue la respuesta. Los dos se rieron. Después él quiso saber si Mercedes, que cumplía años ese viernes, iba a hacer una torta. Le dijo que sí, entonces él confirmó que viajaría al pueblo ese fin de semana.

Mercedes fue a esperarlo el sábado a la parada. Del micro bajó un amigo de Sergio, que le dijo haberlo visto por última vez en el boliche. El domingo volvió a la parada, pero su hermano tampoco llegó. En ese entonces no tenían teléfono celular. Recién el martes lograron comunicarse al fijo de la residencia y el encargado les confirmó que Sergio faltaba desde la noche del viernes. Al día siguiente, Mercedes y Asunción salieron para Neuquén.


Con la desaparición de Sergio la familia se rompió. Su madre empezó a tener problemas de salud. Primero dejó de caminar. Después, directamente, perdió las ganas de vivir. Murió en 2010. El último tiempo la cuidaron los hijos que quedaban.

Asunción ya era entonces afiliado al Movimiento Popular Neuquino (MPN), el partido provincial que ha gobernado la provincia desde su fundación, hace 60 años. Si bien no era un militante activo, fue presidente de mesa en algunas elecciones. Creía en los gobernantes y en la justicia. Entendía que ellos le iban a dar una respuesta, que no iban a dejar que su caso quedase impune.

Fue un periodista de LU5 quien le dio un baño de realidad. En una entrevista le preguntó al aire qué opinaba de la renuncia de la fiscal González Taboada. Asunción se quedó sin palabras. No podía entender cómo la funcionaria judicial se había ido sin avisarle.

La familia también se sintió abandonada por la Universidad. Cuando Sergio desapareció, la rectora era Ana Pechén, una militante del MPN de la primera hora, que luego fue dos veces vicegobernadora de la provincia durante las gestiones de Jorge Sapag, entre 2007 y 2015. Tenía peso político para romper la cadena de encubrimientos. ¿Por qué entonces tanto silencio?

"Mi papá quiere respuestas ya", dice Mercedes y pone énfasis en la palabra ya. "Por la edad que tiene", matiza. Serpentea entre el dolor que le causa la injusticia y la necesidad de mantenerse en pie para seguir buscando una respuesta. Dice que nadie sabe cómo llevar adelante todo esto, que a veces siente que esa coraza va a reventar “y ahí quién sabe”. Le pesa una certeza: "No somos hijos ni familia de nadie. Somos la clase que queda afuera de la justicia".